Gigantes (T1)

Tres son los nombres propios de la serie: Enrique Urbizu, Michel Gaztambide y José Coronado. O, lo que es lo mismo, director, guionista y actor principal. La imprenta de Urbizu se deja ver desde los primeros compases, con una idea que recuerda forzosamente a No habrá paz para los malvados, película que le encumbró. El guión es cosa de Gaztambide, quien presenta una historia que consigue enganchar desde el prólogo del primer capítulo y que nos deja con ganas de más. Sobre Coronado, solo diremos que juega un papel tan brillante como efímero.

Pese a que el guión está bien trabajado y profundiza lo suficiente en los personajes como para llegar a odiarlos y respetarlos a partes iguales, lo cierto es que no entendemos que no se aproveche más la figura del gran Coronado, principal reclamo de la serie. Y es que, es tal el nivel de los dos primeros episodios que es difícil mantenerlo posteriormente. Del mismo modo, tampoco se da demasiada importancia a personajes secundarios que podrían haber jugado un papel más interesante (como Pátina, el patriarca del clan gitano, o Carlos, un gitano renegado que trabaja para Tomás).

Si el guión cumple, lo mismo ocurre con la puesta en escena, con escenarios tan marchitos, desérticos y lúgubres como se puede esperar del argumento. Eso sí, no escatima en crudeza, excesiva en muchas ocasiones.

Por todo lo comentado, la primera temporada de Gigantes es un producto muy interesante pero que podría haberlo sido mucho más si hubiera explotado más en la figura de Abraham que la de sus hijos, verdaderos protagonistas de la historia.

Firma: J. Carlos Amador