Forst

Uno de los escritores polacos más prolíficos de los últimos años, Remigiusz Mróz, lleva a la pequeña pantalla el título protagonizado por el detective Viktor Forst. Esta serie comparte con las producciones nórdicas el ritmo narrativo pausado, la falta de luz en el ambiente y la opacidad de personajes y tramas. Sin embargo, Forst es significativamente más siniestra que otros títulos vecinos.

En esta ocasión, la depravación se instala en Zokopane y, entre niebla y nieve, se desarrolla una historia también brumosa y helada. Junto a un protagonista abatido por su pasado se reúne un grupo de personajes, casi todos, despreciables. Corruptos, asesinos, mentirosos, manipuladores y explotadores interpretan su papel sin escrúpulos ni sutilezas. Todo ello baña la ficción de escenas de incómoda violencia, repugnantes torturas y explícito sexo hedonista.

El argumento se va complicando y evoluciona hasta convertirse en algo tan rebuscado como poco atractivo. Los giros de guion (de los que solo salvamos un par) desmotivan para seguir una trama que viaja por derroteros inexplicables. El espectador debe aceptar lo que viene sin explicación previa y conformarse con que la tensión, la acción y el suspense suplan un guion improbable.

Al final, Forst es una experiencia de dolor, codicia, venganza y violencia que algunos pueden justificar por el éxito de su autor, por la filmación o por el áurea de género noir que desprende. Sin embargo, nada de todo esto compensa la brutalidad que exhibe y el nihilismo existencial que lleva impreso en su ADN.

Firma: Mar Pons