El silencio

Aitor Gabilondo (Patria, Vivir sin permiso) nos proporciona una premisa interesante: un joven condenado por asesinar a sus padres no habla desde el trágico suceso. El tema es que, muy pronto, descubrimos que el silencio es selectivo y dura los escasos minutos que tarda en salir a la calle. Luego los diálogos pasan factura. Si creas expectativas, hay que que cumplirlas.

Por otro lado, tampoco convence una investigación supersecreta (con todos los medios imaginables) para ver la evolución de un chaval que tiró a sus padres por el balcón. Y, sobre todo, destaca la facilidad con la que descubre al agente encubierto que le sigue en el metro (cualquiera lo habría hecho mejor). En fin, se van acumulando bochornosas proposiciones (incluida la encargada de la investigación, su carácter y sus perversas acciones) hasta desembocar en un trailer bastante flojo.

Sin ánimo de hacer spoilers, habrá algún espectador que decida quedarse hasta el final para ver si tanto ajetreo sirve de algo. Pues no. El final es tan poco sorpresivo como cabe esperar. El guion lo intenta, pero no consigue ni la veracidad, ni la intriga, ni la acción que necesita la historia y, sobre todo, tampoco muestra la naturaleza real del ser humano, por muy perturbado que pueda estar.

Firma: Mar Pons