El encargado

El punto de partida de este título está lleno de posibilidades. Sus creadores, Mariano Cohn y Gastón Duprat, van de la mano desde hace tiempo y se puede prever el tipo de propuesta que es El encargado si se conocen títulos como El ciudadano ilustre o la serie Nada.

Guillermo Francella (El clan), en el papel del farsante Eliseo, soporta el peso de una comedia que divierte e inquieta a la vez. Un peso que Francella lleva con eficacia, soltura y oficio. La situación de su personaje (portero de una finca de vecinos bastante numerosa) permite desdoblar una personalidad que se muestra encantadora y que condena por dentro. Un impostor de manual con escasos límites morales.

El edificio, poblado por tópicos sociales (demasiado tipificados para resultar originales), es la trinchera, el campo de batalla y el hogar que Eliseo debe defender. Para ello recurre a la mentira y a la extorsión y, además, es el rey de la estafa, nada se antepone a los intereses de Eliseo. Bueno, quizá Beba, la tierna y octogenaria residente del 4ºB, es el talón de Aquiles del manipulador encargado, pero no por mucho tiempo.

Aunque la sucesión de temporadas provoca una evolución lógica y convincente de los personajes, a medida que pasan crece el carácter vengativo y ambicioso de Eliseo. Los temas se van agotando y se enrarece el ambiente. Las tramas rozan lo grotesco y, al final, puede que abandonemos la serie por exceso de mala bilis.

Si comulgamos con el humor deshonesto del título, El encargado es una de esas series que se puede disfrutar a pequeñas dosis, pero amarga con el tiempo.

Firma: Mar Pons