Death note

Este anime que ofrece Netflix está basado en un manga de doce volúmenes publicados entre 2003 y 2006. En esta ocasión, la versión animada –que se estrenó en 2006– consta de una sola temporada de 37 capítulos de unos veinte minutos de duración cada uno.

A un argumento tan oscuro (dar a un adolescente el poder de matar a discreción) el título incorpora, además, algunas alegorías religiosas un tanto inquietantes: cantos gregorianos, vidrieras, demonios, ángeles, muerte y el más allá. A pesar de que queda claro que el protagonista pierde rápidamente el control sobre su nuevo “privilegio”, no queda tan claro que sus principales antagonistas sean coherentes en sus actuaciones. Por tanto, la lucha entre el bien y el mal se difumina en unos discursos filosóficos de literatura de eslogan publicitario, ligeros y engañosos.

Por otro lado, el ritmo clásico del anime de baja calidad de producción (fondos estáticos, planos largos y lentitud extrema) no consiguen mantener la tensión de una historia que, paralelamente, corre a demasiada velocidad. El resultado es una narración saturada de conceptos y de acciones que desembocan en una extraña persecución. La batalla entre dos mentes que rozan la locura está servida y, mientras, el espectador es testigo de muertes y más muertes.

En conjunto, la extraña propuesta de su creador sumerge al espectador en unas tinieblas innecesarias que desembocan en una historia también innecesaria además de confusa y poco alentadora. Le falta luz, brillo y una actitud positiva ante la vida.

Firma: Mar Pons