Cristóbal Balenciaga

Aproximarse a la figura de Cristóbal Balenciaga es un reto complejo debido a la discreción con la que pasó por el mundo y a la perfección de sus creaciones. Y si bien es cierto que no se logra captar la fascinación que desprenden sus vestidos o hacer un retrato profundo, los episodios logran un buen homenaje al diseñador.

Semejantes a su protagonista, los capítulos se suceden pulcros y reservados. En esa línea, es de agradecer que, a pesar del difícil contexto sociopolítico en el que se sitúa, no se enrede con ideologías y ponga el foco en la carrera profesional de Balenciaga. Asimismo, la parte técnica es igual de distinguida y obsequia al espectador con múltiples detalles en la ambientación o en el proceso de costura de las telas –reflejo, además, de los cambios sociales–, entre otros.

Alberto San Juan hace un gran trabajo en diversas lenguas y consigue que su personaje sea para la audiencia tan querido como debió de ser el modisto en la vida real. Es probable que todo aquel que haya visitado en Getaria el Museo Balenciaga no halle en la serie la excelencia de las obras que legó. Sin embargo, sí es fácil hacerse una idea de su genialidad y, sobre todo, afinar el gusto con la elegancia que rodea toda la temporada.

Firma: Patricia Amat