Diez temporadas en antena avalan el éxito de esta ficción familiar, entretenida y de la que se desprenden valores como la justicia, la veracidad y la honradez
Sin duda, Blue bloods ha pretendido reflejar con seriedad el trabajo de unos hombres que creen en su país y en su profesión. No en balde, la serie incluye muchos toques patriotas, típicamente americanos. Quizá, por este motivo, el trabajo de los personajes resulta más verídico que en otras ficciones similares. El clan familiar es un buen recurso para mostrar al espectador los difíciles momentos por los que atraviesan sus protagonistas quienes, además de luchar contra el crimen, deben enfrentarse a sus debates morales internos.
En cada capítulo, se proponen varios casos que dan para una conversación familiar en la cena del domingo, entre lo correcto y lo incorrecto. Los problemas personales, siempre ligados a la familia, son parte fundamental de la carga moral de Blue bloods.
Es enriquecedora la presentación de los diferentes personajes que encarnan posturas radicalmente encontradas en algunos aspectos, y complementarias en otros, primando siempre el bien mayor de la verdad y la justicia. Se saben pedir perdón, disculparse, reconocer los errores, todo de una manera noble y real, sin caer en noñerías.
Los actores encajan bien en su cometido de narrar historias personales que, en el fondo, proponen siempre una reflexión al espectador. Situarse en el papel del protagonista para saber lo que uno mismo haría en las circunstancias que se narran es un logro de esta producción de la CBS que ya lleva diez años en antena. El reparto coral también ayuda a diversificar los relatos y amenizar la trama que se presenta, fundamentalmente, como un drama policial para jóvenes y adultos, austero en escenas de acción, pero rico en emociones.
Firma: Redacción
Blue boods en su temporada diez sigue contándonos las historias de una familia “Los Reagan”, inmigrantes irlandeses a los EEUU. Ya empezó el bisabuelo siendo policía. Ahora, nos encontramos con los protagonistas a los que ya conocemos.
Está el abuelo Henry jubilado en casa, con algunas ideas del “como se hacía antes” pero siempre dando consejos oportunos; el padre Frank, director de la policía de NY, intenta siempre buscar la verdad, cuidar a sus hombres y a su familia, sin que tengan privilegios por su apellido.
Erin, la única hija, trabaja en la fiscalía, muchas veces el punto de fricción familiar cuando no coinciden “la justicia” con la ley.
Danny inspector de la policía, impulsivo y creativo, provocador pero el mejor inspector del cuerpo; y por último, Jamie abogado por Harvard que decide al acabar ingresar en el cuerpo, es el más templado de los hermanos con firmes aspiraciones a suceder a su padre.
Además siempre está la sombra de Jou, el hermano mayor que murió asesinado en cumplimiento de su deber en manos de unos policías corruptos.
Erin divorciada desde el capitulo uno y con una hija que hemos ido viendo crecer igual que a los dos hijos de Danny y Linda.
Nicky ya está en San Francisco trabajando y Jack en la universidad. Danny lleva como puede su situación de viudo que le hace volcarse más en sus hijos.
La temporada diez trae un nuevo miembro a la familia desde que en la temporada 9 Jamie se casa con Eddy Yanko, su compañera de la policía desde la temporada 4 y a los que hemos ido siguiendo fielmente.
