Apagón

Cinco directores reconocidos en el panorama cinematográfico de nuestro país (Raúl Arévalo, Isa Campo, Isaki Lacuesta, Alberto Rodríguez, Rodrigo Sorogoyen) se ponen al frente de esta singular ficción. Cada uno de ellos dirige una historia independiente, pero todas con un nexo en común: el mundo se ha quedado sin electricidad y ahora ¿qué?

Además de esta desconcertante e interesante premisa, los episodios también comparten una presentación realista. En el segundo capítulo (Emergencia, de Raúl Arévalo), por ejemplo, el agobiante entorno de un hospital desbordado y sin medios nos trae a la memoria tiempos no muy lejanos. Quizá esto permite que la audiencia se identifique con su narración o que sienta esa impotencia y angustia que rezuman sus protagonistas.

Por otro lado, también las cinco historias (la primera un poco menos) parecen recuperar el ritmo de la vida pasada, esa de la que ni nos imaginamos que pudo existir: sin tráfico, sin coches, sin móvil, sin luz, sin agua, sin nevera… Una vida que transcurre con la luz del sol y que sus directores deciden plasmar a través de planos largos y también largos silencios.

No se puede negar que el argumento es apetecible, que sería interesante hacer el ejercicio personal de averiguar cuál sería nuestra opción de vida. También descubriríamos lo que la tecnología nos da de bueno pero, sobre todo, lo que nos quita. En este sentido, descubrimos que los capítulos dos, tres y cuatro desprenden cierta falta de esperanza y, aunque probables, las historias dejan un poso de tristeza difícil de obviar.

Como colofón, el quinto episodio va en busca de la luz. Bajo el título Equilibrio (de Isaki Lacuesta), los personajes encuentran su sitio en el nuevo mundo, reconquistan lo que la vida moderna les había arrebatado y recobran la conciencia de una vida útil y feliz.

Con el conjunto de sus cinco propuestas, Apagón plantea reflexiones, nos enfrenta a, quizá, una de nuestras peores pesadillas y nos ofrece un relato que va más allá del entretenimiento. Quién sabe si, tal vez, la realidad vuelva a superar a la ficción y nos toque vivirlo.

Firma: Mar Pons