Blood & Treasure

Hay que llegar a Blood & Treasure como quien llega a Indiana Jones o a La búsqueda, sin más pretensión que el entretenimiento ligero. Lo que ofrece este título es un nicho de aventuras en las que se respira un aire “clásico” que es de agradecer. Quizá por nostalgia o quizá por sobre saturación de series que pretenden aleccionar a su audiencia, esta propuesta de Matthew Federman (Sin límites) es una rara avis en el catálogo audiovisual.

No debemos esperar nada extraordinario. El guion se nutre de temas ya conocidos y mil veces llevados a la ficción: tesoros perdidos, leyendas, pasadizos secretos en el Vaticano y nazis con ansia de poder. Sin embargo, la filmación en diferentes países, la acción bien dosificada, el humor siempre presente y un aura de inocencia general produce cierto bien estar en su audiencia.

Aunque los tópicos son un recurso fácil y abundante en Blood & Treasure, sus creadores no sientan cátedra sobre nada, simplemente confeccionan algo que ofrecer a una audiencia amplia y con capacidad de disfrutar de un producto sencillo sin más.

De esta forma, con un elenco de divertidos personajes, un exceso de roles populares (los protagonistas guapos y los secundarios cómicos), una visión generosa de la amistad y del compromiso y alguna buena intención de fondo, Blood & Treasure se convierte en una opción aceptable.

Durante las dos temporadas se logra mantener el ambiente aventurero y fantasioso de los cazadores de tesoros y todo el universo que los envuelve. También se disfruta sabiendo que nada puede ocurrirles a los protagonistas, aunque llueva lava sobre sus cabezas. Es, en definitiva, una de esas series que se ve en menos tiempo del deseable (porque engancha) y que te deja con una sonrisa interior.

Firma: Mar Pons