Un arranque que suscita muchas preguntas. Unos personajes que prometen muchos traumas. Y unas primeras secuencias que auguran mucha acción. Con estos tres elementos empieza una serie de esas en las que lo que se concluye en cada capítulo es poco comparado con el déficit de información que queda pendiente.
Martin Gero es el creador de esta ficción en la que no faltan los ingredientes clásicos de un thriller canónico y dinámico, donde el trauma personal y la conspiración político-social van de la mano, sin olvidar el toque romántico y las personalidades que desvelan sus capas a cuentagotas.
De este modo, en esta producción, se pueden dar dos experiencias. Por un lado, la de un espectador menos labrado en este tipo de series. Esto le permitirá vivir con más sorpresa e intensidad los giros y cambios, las revelaciones y los continuos señuelos (o pistas falsas) que siembra el guion para dinamizar y mover las tramas. Y por otro, la de un público experto y habitual de títulos de este calibre. En este caso, toda la retahíla de virus, bombas, personajes trampa, cuentas atrás, complots entre agencias gubernamentales, programas secretos y frases algo reiterativas sobre lo mal que se pasa sin memoria le resultarán previsibles, pero quizá tolerables para pasar un rato sin muchas complicaciones.
Martin Gero, que ha trabajado en diversos proyectos televisivos y también fue creador de The L.A. Complex, aplica con gusto la teoría del laberinto, en la que el rompecabezas se teje con un juego coordinado de decir, desdecir y callar, mientras se promete en cada entrega que esperar hasta el final de la temporada vale la pena.
Esta cuestión no es baladí pues, en este tipo de producciones, la trama se puede resentir a base del uso o abuso de los citados elementos de guion que, con frecuencia, manejan caprichosamente las expectativas de quien está al otro lado de la pantalla. De hecho, la página en blanco que implica la mente de la protagonista se emplea con demasiada facilidad para dar la vuelta a la tortilla.
Entretanto, ya está en marcha una segunda temporada de Blindspot que se estrenará el próximo mes de septiembre y en la que seguirán intactos los esquemas que han funcionado en la primera. Seguramente, también seguirá presente esa obsesión por la paranoia (tan norteamericana) que ve maquinaciones por todas partes y que introduce personajes con deseos de hacer volar un país o infectar a todo un planeta. Asimismo, en ese momento, podrá detectarse si la supuesta Jane Doe sigue siendo un enigma lo suficientemente poderoso para convocar al auditorio necesario.
Firma: Lourdes Domingo
Una mujer, desnuda y con todo su cuerpo tatuado, sale de una bolsa de deporte en medio de Times Square. El FBI asume su custodia, pues una de las marcas que lleva responde al nombre de uno de sus agentes: Kurt Weller.
A partir de cada uno de los dibujos y gráficos de Jane Doe (Jane o John Doe es el nombre que en Estados Unidos se da a las personas o cuerpos cuya identidad se desconoce), el equipo de la agencia federal va descubriendo múltiples complots para atacar la salud pública, la seguridad nacional, etc. Y, al mismo tiempo, Jane y Weller se embarcan en una investigación paralela para averiguar la identidad de ella y su conexión con él.
