Esta comedia –cuyo guión se concibió antes que el de Ocho apellidos vascos– se acoge a la ya experimentada realidad de que las diferencias y confrontaciones entre regiones de un mismo país son siempre eficaces. Es cierto que Allí abajo no innova, incluso que abusa de tópicos y estereotipos, pero consigue hacerlo sin estridencias ni tosquedad.
El argumento se narra sin apresuramientos y, en caso de que los guionistas hayan sabido mantener el control, puede crecer una historia de interés humano fundamentalmente entretenida. Por ahora está prevista una temporada de 13 capítulos de 70 minutos de duración cada uno. No obstante, si la audiencia no deserta –después del récord conseguido en su estreno con más de 6 millones de espectadores– seguro que habrán nuevas entregas.
Entre sus aciertos se encuentra un reparto coral con la capacidad necesaria para cumplir con un guión sin pesada carga dramática y que no exige grandes interpretaciones. También ayuda un conjunto de personajes simpáticos, heterogéneos y, unos más que otros, divertidos. El protagonismo recae en María León, a quien le viene el papel como anillo al dedo, y en Jon Plazaola, mucho menos conocido que su compañera, pero igual de solvente. Allí abajo no esconde nada. No hay segundas intenciones ni diferentes niveles narrativos. Simplemente, es una oferta de entretenimiento con la que, eso sí, hay que comulgar (en su sentido del humor y su planteamiento) para disfrutarla.
Lo que sí tiene esta comedia es un desapego absoluto por el lenguaje. Abundan los coloquialismos, las palabrotas y las expresiones malsonantes con las que se empobrece el producto y a las que no es bueno acostumbrarse, por respeto y por cultura.
Igual que el guión, la realización es sencilla, que no pobre, y aguanta los exteriores mejor que los interiores, aunque casi nunca te expulsa de la trama. Por eso, sobre una cámara con pocas pretensiones, se deslizan parejas y coordinadas la narrativa visual y el argumento.
Habrá que esperar para comprobar si este estreno ha ofrecido, en su primer episodio, todo lo que alberga o sorprenderá a medida que avance. Y, sobre todo, para asegurarse de que Allí abajo mantiene esa línea natural y amable que le da personalidad.
Firma: Mar Pons
A Sant Sebastià, Iñaki, amb quaranta anys, és propietari de la taverna que va heretar del seu pare i viu sota l’ombra sobreprotectora de la seva mare, Maritxu. A Sevilla, Carmen, la cap d’infermeres de l’hospital de la ciutat, està travessant una profunda crisi sentimental.
Per culpa d’un petit incident domèstic, Iñaki substituirà a la seva tia Begoña per acompanyar a la seva mare en un viatge del Imserso a Sevilla. Tots dos, amb profundes i orgulloses arrels basques, xocaran amb el festiu i alegre ambient sevillà. Tot canvia per a Iñaki quan Maritxu sofreix un accident que la deixa en coma, mentre ell es queda sol i desemparat en «terra hostil».
