Pantallas en primavera

Ya ha llegado la primavera y, junto con el sol y el buen tiempo, se despiertan nuevas energías para afrontar la recta final del curso. Antes de que el exceso de calor apague estos impulsos, hay que hacer acopio de nuevos o renovados objetivos vitales.

Pantallas en primavera

Más luz

Después de varios meses en los que las actividades se han centrado en casa, en las aulas y, en definitiva, en ámbitos cerrados, las posibilidades de salir a disfrutar con la compañía de los amigos, de la naturaleza o del deporte crecen exponencialmente. Nuestro cerebro necesita experiencias reales para crecer y, sobre todo, para entender tanto el mundo que nos rodea como nuestro mundo interior.

En especial, la infancia, los preadolescentes y los jóvenes deben convivir cara a cara con sus iguales –y también con sus familias– y acumular en su corazón y en sus recuerdos tantas vivencias como sea posible, pues de ellas depende que, más adelante, sepan descifrar el contexto en el que se va a desarrollar su madurez.

Es ahora un buen momento para apagar las pantallas, dejar los videojuegos, poner pausa a las redes sociales y centrarnos en una vida que despierta de nuevo, que ofrece alternativas al sofá de casa, al estar encerrado en la habitación o a perder el tiempo viendo pequeños vídeos cuando no sabemos qué hacer.

Pantallas en primavera

El encogimiento que produce el frío ya se acabó

La primavera tiene ese componente que nos ayuda a plantearnos cambios, que nos anima y que nos susurra que disfrutemos, que el encogimiento que produce el frío ya se acabó. También es un buen momento para plantar esas semillas de las que podremos tirar en vacaciones. El deporte, las manualidades, las amistades, la lectura o cualquier afición que empecemos a practicar con más asiduidad durante estas semanas nos servirán para esperar el verano con una nueva ilusión, pues tendremos más tiempo para ese deporte, esos hobbies o esas amistades que ahora cultivamos.

No desperdiciemos el tiempo que se nos regala, el sol que nos viene a visitar y la infinidad de cosas que podemos enseñar a los menores. La vida real es una experiencia continua de aprendizajes y emociones vividas.