Hace años que ya no cabe hablar de nuevas tecnologías. Sin embargo, seguimos viendo y escuchando noticias, artículos y declaraciones que nos hacen pensar que la tecnología siempre trae algo de novedad. Lo cierto es que, una vez llegó internet y se implementó en los teléfonos móviles, todo lo que ha venido después es tan antiguo como la humanidad. Nuestro deseo de conocer, de opinar, de ser considerados, de aparentar o de relacionarnos se corresponde con deseos similares de otras personas y, a ellos, se suman los de aquellos que quieren dinero o poder (en todas sus variantes), que no son pocos.
También llama la atención que tanto los contenidos que ofrece la tecnología como los dispositivos en sí mismos se sigan consumiendo y ofreciendo sin límites ni criterio. Webs de brutal pornografía abiertas al público en general, dispositivos móviles en manos juveniles que cuestan más que un sueldo medio, pantallas que ocupan salones enteros… ¿qué tiene la tecnología que nos ha hecho tan frágiles y tan poco inteligentes?
El antídoto
Son varios lustros los que llevamos conviviendo y el mensaje sigue sin llegar a la mayoría. Es imperativo plantarse y reaccionar ante una sociedad en la que su infancia come, juega y duerme con la tablet, sus jóvenes «aprenden» a vivir a través de la redes sociales y, mientras, los adultos nos llevamos las manos a la cabeza (o no) pero pagamos varias cuentas a diferentes plataformas para “desconectar” cada noche ante el televisor.
En este número de Contraste nos habla el Dr. Manuel Armayones sobre La seducción del algoritmo, un tema que profundiza en su interesante e imprescindible libro El efecto smartphone. Conectarse con sentido. También descubrimos videojuegos en los que debemos hacer micropagos para avanzar (aunque el juego ya lo hemos pagado) y, como siempre, analizamos los estrenos que nos llegan a la pequeña y a la gran pantalla. Todos estos contenidos se ofrecen para despertar el pensamiento crítico, el mejor y casi único antídoto contra la manipulación tecnológica. Un antídoto imprescindible para afrontar la próxima revolución: la IA.