Sin un solo disparo ni una gota de sangre, Andreas Fontana logra transmitir la violencia y el miedo de la dictadura militar en Argentina durante los 80. Aún con gran ambientación e interpretaciones, puede resultar un tanto lenta.
Sin un solo disparo ni una gota de sangre, Andreas Fontana logra transmitir la violencia y el miedo de la dictadura militar en Argentina durante los 80. Aún con gran ambientación e interpretaciones, puede resultar un tanto lenta.
El retorno del tándem Christie-Branagh cumple las expectativas narrativas y formales. Su entretenimiento da paso a ligeras, y ambiguas, reflexiones sobre el amor, la pasión y las apariencias.
La hija es una propuesta que, sin profundizar en dilemas morales, plantea algunas reflexiones acerca de la maternidad. Es un thriller eficaz, con un elenco y una ambientación excelente, que mantiene en tensión hasta el final.
Estamos ante un título más de la larga lista de películas sobre tiburones, que no innova ni ofrece variaciones en su desarrollo respecto a producciones anteriores, aunque es ideal para los amantes de este subgénero.
Carey Mulligan sabe llevar al límite y llegar al espectador con la interpretación de un rol que se mueve entre contornos peligrosos. Mientras, el guion aporta una mezcla de géneros y una clara invitación a pensar.
El cine brasileño obsequia con una visión entre onírica y violenta de algunas realidades sociales. Con una voluntad de entretener y hacer pensar, la película no lo logra en todo su extenso metraje.
El envoltorio con el que se presenta la última película de Brian De Palma –un veterano director, actores de Juego de tronos y la fotografía del maestro Alcaine– no logra disimular una trama de suspense mal tejida desde el principio.
Aunque Diamantes en bruto no aporta nada nuevo al género, es la película donde Adam Sandler hace la mejor interpretación de su carrera: una persona obsesionada con su negocio y con serios problemas de ludopatía.
Con un elenco prometedor (Ian McKellen y Helen Mirren) y una apetecible banda sonora, el film de Bill Condon fracasa por las inconsistencias del guion, que se enreda demasiado.
Una casa, un crimen, una herencia, mucho dinero por medio y un detective singular. Johnson sabe lo que hace con un guion solvente y unos actores que se lo tienen que haber pasado muy bien.