
Sandman pasa de la novela gráfica a la ficción audiovisual. Una propuesta de Neil Gaiman en la que la técnica es brillante y la narrativa insuficiente.
Sandman pasa de la novela gráfica a la ficción audiovisual. Una propuesta de Neil Gaiman en la que la técnica es brillante y la narrativa insuficiente.
Un nuevo engranaje financiero en el que perderse para disfrutar de la historia y de los protagonistas y, también, para reflexionar sobre el mundo en el que vivimos.
La escena de un crimen no tiene nada de atractivo hasta que llega este cándido personaje para limpiar la sangre. Divertida, inteligente, original y con una duración acertada para ver en tiempos muertos.
Secuela de La Catedral del Mar, en la que los personajes siguen su historia. Gustará a los que vieron la primera o hayan leído las novelas y tengan curiosidad por la serie.
Hilary Duff regresa a la pequeña pantalla en un personaje que, aunque no debería, recuerda en exceso a Lizzie McGuire. Entre eso, los clichés, el humor fallido y el poco parecido con su predecesora, la serie no acaba de funcionar.
Intimidad quiere ser una oda a las mujeres víctimas de acoso. Muestra esa línea tan delgada entre lo que pertenece a la vida pública y privada a través de la historia de seis mujeres.
Alemania trae a Netflix su propia versión de “Élite”. Una historia de venganza juvenil en la que las drogas, el sexo y el alcohol están muy presentes.
Este producto está diseñado con una música, unos escenarios y un reparto perfectamente medidos para atrapar a adolescentes. Sin embargo, sus personajes son frívolos y la historia está cargada de clichés.
Entretenido título español al que vale la pena dar una oportunidad. Entre las persecuciones policíacas y la resolución de rompecabezas encontramos unos protagonistas llenos de humanidad.
Heartstopper no es más que otra serie de marca Netflix llena de estereotipos y de calidad media, con unos protagonistas demasiado perfectos del colectivo LGTB.