El juego. Un derecho en peligro de extinción

Seguro que recuerdas de pequeñito/a buscar distracciones en la sala de espera del médico, pintar en el restaurante, cantar en el coche o jugar al veo veo. Estas eran las formas que teníamos de entretenernos en los espacios entre una y otra actividad. Actualmente, es extraño ver a un niño o una niña haciendo cosas tan sencillas como estas en el día a día.

Habitualmente, usamos nuestros móviles como recurso de entretenimiento. Poco a poco, nos vamos acostumbrando a ver bebés y niños absortos en una pantalla sin mediar palabra.

Lo que eran ratos de aprendizaje en las salas de espera, transportes o restaurantes, se han convertido en ratos dañinos para su cerebro en desarrollo. Y es que las pantallas no solo son negativas en si mismas, si no que quitan tiempo de algo esencial para el desarrollo de los niños: el juego.

Y es que el juego no es solo diversión. Se trata de la principal forma de aprendizaje de los más peques, y será su mayor aliado durante los primeros años, que es cuando se produce el máximo desarrollo neuronal.

Por eso, no puedes bajar la guardia a la hora de hacer que tus pequeños pasen tiempo jugando (y, a su vez, aprendiendo).

¿Por qué es importante que los niños jueguen?

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Jugar es la forma favorita que tiene el cerebro de aprender. ¿Conoces todos sus beneficios?

1. Permite desarrollar las habilidades socioemocionales. Durante el juego los niños experimentan con distintas emociones, agradables y desagradables, en un contexto que tienen bajo control y que les sirve de entreno para la vida. Por otro lado, el juego con otros niños les permite poner en práctica el reconocimiento de los deseos e intereses de los demás; la empatía, la necesidad de adherirse a unas reglas, la resolución de conflictos y la asertividad, entre otras.

2. Favorece el desarrollo cognitivo. Al jugar pensamos, razonamos, tomamos decisiones, nos concentramos y prestamos atención. Jugando ayudamos a nuestro cerebro a estructurar el pensamiento y consolidar las representaciones mentales, especialmente a través del juego simbólico; ser médico, ser mecánico o cocinar para sus bebés.

3. Estimula las habilidades motrices y perceptivas. El juego implica movimiento, especialmente los primeros meses de vida donde predomina el juego motor. Este favorece el desarrollo de las distintas habilidades motoras (equilibrio, coordinación, etc.).

4. Estimula el lenguaje. El juego es también un medio excelente para favorecer el lenguaje tanto verbal como no verbal. El juego implica comunicación ya sea a través de palabras, un dibujo o el canto. Gracias al mismo estructuramos el pensamiento y ampliamos el vocabulario.

5. Potencia la imaginación y creatividad. Jugar abre las puertas a imaginar, crear mundos de fantasía, explorar, buscar alternativas, pensar soluciones, todas ellas habilidades esenciales para la vida y para cualquier emprendedor.

6. Contribuye al bienestar emocional. El juego es un canal que permite al niño expresar y descargar sus emociones. Además, es en sí mismo una actividad placentera que facilita la segregación de endorfinas, cosa que contribuye a un buen estado de ánimo de los más pequeños.

7. Fortalece la autoestima. El juego permite al niño conocerse a sí mismo, desde una actividad placentera que le otorga autonomía y motivación.

8. Fortalece el vínculo afectivo. Jugar con nuestro peque implica pasar tiempo de calidad a su lado, favoreciendo el vínculo afectivo que vamos reforzando con estos ratitos de juego que integran emociones positivas recíprocas.

¿Cuánto debe jugar un niño?

Los niños necesitan tiempo para jugar, es un elemento esencial para su desarrollo y aprendizaje. Os animo a incluirlo como parte de vuestras rutinas diarias.
A lo largo del día debería haber varios momentos dedicados al juego. Además de contribuir a proporcionar un desarrollo saludable de vuestro peque, también os permitirá pasar tiempo de calidad con él/ella que fortalecerá el vínculo entre ambos.

 

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¿Cómo podemos fomentar el juego?

El juego al aire libre es imprescindible. Busca parques, areneros, bosques, explanadas, etc. donde el niño pueda correr y explorar con libertad. No dejes de ir porque llueva, la lluvia es una excelente oportunidad de aprendizaje que hay que aprovechar.
Evita frases como aquí no que te harás daño, deja eso, no subas que te vas a caer, etc. Deja que sea el niño quien mida sus propias capacidades y supere nuevos retos. La sobreprotección corta alas al aprendizaje.

En casa también se pueden ofrecer oportunidades muy enriquecedoras. Objetos cotidianos se pueden convertir en grandes juguetes que explorar. Os recomiendo para los más peques prepatar una cestita con material variado que tengáis en casa (cuchara, esponja, cepillo, etc.), veréis como disfrutan manipulándola y probando los diferentes elementos.
Para los más animados, jugar con harina, nata, pasta, etc., también es divertidísimo y una gran experiencia sensorial para los más pequeños.
¡Vamos a dejar a un lado las pantallas y dar al juego la importancia que merece!

Firma: Patricia Gassó de Broto