En los últimos años, hemos sido testigos de un cambio radical en la forma en que consumimos videojuegos. Lo que antes era impensable, hoy es una realidad: el formato digital está tomando el control de la industria, relegando el formato físico a un segundo plano.
Con cada generación de consolas y cada nuevo servicio de suscripción, el peso del formato físico se reduce, al punto de que muchos nos preguntamos si los videojuegos en disco o cartucho tienen los días contados.
Este 2024 fue un claro ejemplo de la importancia del videojuego digital. Según diversos informes, el año pasado, más del 95% de los ingresos provinieron de compras digitales, suscripciones y microtransacciones.
Es cierto que este estos datos tienen cierta trampa: los micropagos, contenidos descargables y demás skins para videojuegos generan mucho beneficio que no puede ser adquirido si no es en formato digital. Aun así, la realidad es evidente. Y este 2025 la tendencia no parece detenerse, más teniendo en cuenta algunas decisiones como la de Sony de dejar de producir discos Blu-Ray, lo que refuerza la idea de que el soporte físico está en declive.
Las plataformas de suscripción como Xbox Game Pass, PlayStation Plus o Nintendo Switch Online han cambiado por completo la manera en que accedemos a los títulos. Ya no necesitamos comprar un juego en la tienda, sino que podemos descargarlo al instante o incluso jugarlo en la nube sin necesidad de una consola potente. Microsoft, por ejemplo, está trabajando en llevar su biblioteca a cualquier dispositivo, permitiendo jugar sin necesidad de tener una Xbox o un PC de gama alta.
A pesar de la evidente caída del formato físico, sigue teniendo ventajas que no podemos ignorar. Una de las más importantes es la propiedad del producto.
Cuando compramos en formato físico, el juego es nuestro. No dependemos de servidores, licencias o conexiones a Internet para jugarlo. Si una tienda digital decide retirar un título, los usuarios que solo lo tienen en formato digital pueden perder el acceso. Con el formato físico, esto no ocurre.
Otra ventaja clave es la posibilidad de revender o intercambiar juegos. Si compramos un disco y ya no lo queremos, podemos venderlo, prestarlo o cambiarlo.
En cambio, con el formato digital, están ligados a nuestra cuenta y no podemos hacer nada con ellos una vez adquiridos.
Esto también afecta a la conservación de los videojuegos: mientras que una colección de juegos en formato físico puede durar décadas, los digitales pueden desaparecer si la compañía que los distribuye decide cerrar sus servidores –esto pasa continuamente–.
Por último, tampoco podemos obviar el factor coleccionista. Muchos jugadores disfrutan de tener sus títulos en estanterías, con ediciones especiales, artbooks y otros elementos físicos que forman parte de una colección.
Este valor sentimental no puede ser replicado con un simple archivo descargable.
Frente a las ventajas del videojuego físico, el formato digital ha conquistado el mercado gracias a su comodidad. No necesitamos salir de casa ni esperar envíos: podemos comprar un título y empezar a jugarlo en cuestión de minutos.
Además, evitamos el espacio físico que ocupan los discos, lo que es especialmente útil para quienes no tienen sitio para almacenar grandes colecciones.
Otra ventaja importante es el acceso inmediato a bibliotecas de juegos mediante suscripciones. Servicios como Game Pass permiten acceder a cientos de títulos por una cuota mensual, algo impensable en el formato físico.
Además, con la evolución de la nube, cada vez más jugadores pueden disfrutar de títulos exigentes sin necesidad de contar con un hardware potente. De hecho, los diferentes modelos de suscripción regalan continuamente títulos.
Y no solo para el usuario, el formato digital también es más beneficioso para las propias compañías. La distribución digital reduce los costes, eliminando gastos de distribución. Esto ha permitido el auge de los juegos independientes o indies, que pueden publicarse en plataformas digitales sin necesidad de una distribución física costosa.
La verdad es que es difícil avanzarse al futuro. Es cierto que la tendencia apunta claramente hacia lo digital, pero nos parece poco probable que el formato físico desaparezca por completo.
Es posible que acabe convirtiéndose en objeto de coleccionismo, similar a los vinilos en la música. De hecho, muchas compañías ya han reducido la producción de discos, optando por ediciones limitadas.
Por todo ello, el futuro del videojuego parece estar cada vez más en la nube y en las suscripciones. Sin embargo, siempre quienes prefieran tener sus juegos en físico, ya sea por coleccionismo, conservación o simplemente por la seguridad de poseerlos sin depender de servidores digitales.
Lo que está claro es que la forma en que jugamos está cambiando, y lo seguirá haciendo en los próximos años.
Firma: José Carlos Amador