Cine
En los últimos años, hemos sido testigos del vertiginoso auge de la literatura romántica juvenil en plataformas como Wattpad [1], amplificado por el poder resonante de las redes sociales. Esta corriente literaria, caracterizada por tramas que giran en torno a relaciones insanas, hipersexualidad y dinámicas de poder cuestionables, no solo captura la imaginación de millones de jóvenes, algunos con apenas 12 años de edad, sino que también plantea serios interrogantes sobre el impacto que puede tener en la conformación de su entendimiento sobre las relaciones personales.
Es crucial analizar cómo estas narrativas, que frecuentemente idealizan la toxicidad y el desequilibrio, configuran las expectativas amorosas de jóvenes lectores. Presentando personajes femeninos en roles pasivos frente a contrapartes masculinas dominantes, estas historias perpetúan una visión arcaica y perjudicial del sexo, donde se confunde el poder con la protección y el amor. A pesar de las justificaciones que apelan al «consentimiento», este no neutraliza las dinámicas de poder subyacentes ni alivia los efectos de una representación que relega a la mujer a un papel de receptora pasiva.
La literatura forma la sociedad
La literatura, al igual que cualquier forma de arte, no solo es un reflejo de la sociedad, sino que la forma. El romanticismo tóxico, envuelto en un halo de deseo y peligro, puede desviar perniciosamente las expectativas juveniles sobre las relaciones saludables y el respeto mutuo. Las defensas que algunos autores esgrimen, señalando a estos libros como meros “escapes de la realidad”, requieren una crítica exhaustiva. Mientras que la escapatoria literaria puede ser legítima, es fundamental diferenciar entre el escape que empodera y aquel que perpetúa patrones de pensamiento destructivos.
Zygmunt Bauman nos habló de la «modernidad líquida», donde las relaciones son vistas como intercambios consumistas más que como compromisos emocionales. En un mundo donde la permanencia es esquiva, estas narrativas refuerzan la idea de que las relaciones son meros intercambios consumistas más que compromisos emocionales profundos. Este enfoque superficial, y potencialmente peligroso, trivializa el abuso y la coerción, disfrazándolos de pasión y romance.
Por otro lado, la neurociencia nos advierte que la exposición repetida a ciertos contenidos puede influir significativamente en el desarrollo cerebral de los adolescentes, consolidando patrones de pensamiento y comportamiento que pueden normalizar la violencia y el abuso en las relaciones románticas.
Es responsabilidad de los creadores de contenido reflexionar profundamente sobre el impacto de sus obras, pues el contenido que llega a un público joven e impresionable debe manejarse con especial cuidado.
Concluyendo, es imperativo que autores, educadores y familias fomenten un diálogo abierto sobre el tipo de literatura que consume la infancia. Deben promoverse la crítica literaria y la conciencia mediática, capacitando a los lectores jóvenes para que cuestionen y reflexionen críticamente sobre las representaciones que encuentran en estos textos. Asimismo, la industria editorial debe evaluar críticamente la promoción de estas narrativas, sopesando su impacto potencial frente a su atractivo comercial, para así promover un entorno literario que fomente relaciones más saludables y equitativas. Este es un llamado a cultivar un entorno literario que no solo entretenga, sino que también enriquezca y eduque.
Firma: Anna Plans
[1] Funciona así: cualquiera puede acceder a la aplicación y, en ella, a todas las historias ahí compartidas, leerlas y, si apetece, valorarlas y comentarlas, pero también puede colgar sin compromiso ni requisito todo lo que alegremente quiera. No hay límites ni filtros.
El artículo Relaciones tóxicas y fantasía peligrosa: el debate sobre la literatura romántica juvenil también está disponible en el blog de Anna Plans.
