Sin una voluntad conciliadora o imparcial, el documental aprovecha la parte y lo convierte en el todo (como las publicaciones de Twitter).
Cada cierto tiempo, la Iglesia católica o alguna de sus instituciones, son objeto de “investigaciones” para documentales, reportajes, películas, entrevistas, etc. Sin duda, y desde tiempos inmemoriales, lo religioso, y más si se ve desde fuera, es una suculenta fuente de contenidos que, bien envueltos, sorprenden y escandalizan. No hay que alarmarse cada vez que sucede. El minuto heroico de Mónica Terribas es el más reciente, pero ni el primero, ni el último.
Para esta ocasión, trece mujeres de diferentes edades y continentes explican una experiencia similar de su paso por el Opus Dei. Por supuesto, la experiencia no es buena, si no este documental no estaría en las plataformas. Con esta premisa, nos plantamos ante un espacio de dolor. Dolor de sus protagonistas, dolor de quien las apoya porque las comprende y dolor de quién lo ve, por descubrir algo tan tenebroso o por conocer la otra cara de la moneda.
Sin entrar en lo que se dice (ahí tendrá su papel la institución religiosa) sí cabe destacar lo que no se dice. Quizá estos trece testimonios tengan una historia que contar, pero valoremos que nunca se juzga con generosidad a quien nos hace daño. Por otro lado, quien busca la verdad de un hecho (sobre todo si atacas a una institución entera) intenta recabar todo tipo de información. Y no nos referimos a contactar con el Opus Dei (al parecer eso también es motivo de discusión) sino a buscar iguales. Es decir ¿no le ha sido posible al equipo encontrar en el mundo entero a otras trece mujeres ex miembros del Opus Dei que puedan dar una versión algo diferente? Parece que no.
Y este parecer es el problema. El minuto heroico presenta una organización que abusa de la juventud, que oprime y manipula voluntades, que se introduce en organismos de gobierno para tener poder, que frecuenta el win to win entre sus miembros, una ratonera de la que es casi imposible escapar… nada nuevo bajo el sol. No hay voces divergentes y sí mucha reiteración en sus mensajes. En fin, un “lo de siempre” con nuevo título y nuevas protagonistas.
Por lo demás, no sabemos si este espacio ha servido de terapia a sus protagonistas, personas que según dicen en el documental necesitan sanar sus heridas. O si Terribas conseguirá su objetivo (el público) de “reparar, subsanar, y que las prácticas que se cuentan no se repitan jamás”. Esperemos que algo bueno les haya traído, porque a su audiencia nos ha dejado con una extraña sensación, esa que se siente cuando entramos en una habitación que no es la nuestra, leemos un diario ajeno o presenciamos una pelea en un espacio público. Una vivencia totalmente innecesaria.
Firma: Mar Pons
Trece mujeres, Agustina, Alicia, Belén, Cecilia, Claudine, Fátima, María, María Elena, María Isabel, Marina, Marta, Raquel y Teena, que fueron miembros de Opus Dei, hablan de sus experiencias y su drama personal