X-Men: Apocalipsis

Bienvenidos a la nueva entrega de los mutantes que con tanta brillantez introdujo Brian Singer en el mundo del celuloide a principios de siglo (en el año 2000 se estrenó X-Men). Nacidos en los cómics, propiedad de Marvel, los X-Men son una de las sagas más taquilleras de la gran pantalla. En 2011, Matthew Vaughn propuso el juego temporal de volver a los orígenes de los mutantes con X-Men: primera generación (en esta ocasión Singer solo participó en la creación de la historia) y en 2014 el juego continuó con X-Men: días del futuro pasado, esta vez sí bajo la dirección de Singer. Ahora llega este título continuista que retrocede hasta la década de los 80 para mostrar un nuevo episodio apocalíptico (como bien describe su «esmerado» título).

A X-Men: Apocalipsis se le ha criticado un guion poco sólido, la avaricia de querer abarcar demasiado y no concretar en nada, la superficialidad en las motivaciones de algunos personajes, la proliferación innecesaria de mutantes que, por otro lado, se quedan sin explotar por falta de tiempo, la repetición de ideas de base y una confianza extrema en la acción y los efectos especiales. Seguramente, todo esto es cierto pero, a pesar de que lo ya citado es imprescindible para que un título sea bueno de verdad, que no se inquieten los fans de estos súper héroes.

X-Men: Apocalipsis es un eficaz divertimento, bien facturado, repleto de acción, con acertados episodios humorísticos y que, además, se recrea en la insensata y memorable década de los 80, una época que nos regala inolvidables momentos visuales y narrativos. Y como tampoco sería creíble pensar que el espectador de este título vaya en busca de un tratado filosófico existencialista, disfrutemos, por tanto, del film. Una oferta que da en realidad lo que propone: un vibrante espectáculo sin altibajos rítmicos y mucha variedad de historias para amenizar la trama.

De fondo, se dejan entrever –como en la mayoría de historias con súper héroes y súper villanos– algunos temas que sirven para plantear interesantes debates: el poder y su capacidad para corromper, la venganza, la esperanza, la confianza en la bondad ajena, las segundas oportunidades, las diferencias que nos hacen únicos, etc. Pero, como ya hemos dicho, todo se apunta y nada se desarrolla en profundidad. No obstante, estos pequeños apuntes nunca están de más pues, a pesar de que se plasman en un mundo irreal y extremado, pueden motivar a los más jóvenes a ser mejores.

Firma: Mar Pons