Vidas cruzadas

Nueva contundente película del contestatario Robert Altman (El juego de Hollywood), sobrecargada de premios, que está basada en ocho historias y un poema de Raymond Carver, libremente adaptados por el propio realizador y su guionista Frank Barhydt. Con un arranque y desenlace metafórico-apocalípticos, que pueden considerse antológicos a nivel de creación fílmica, Altman continúa el estilo coral que le caracteriza como autor (Nashville) y consigue un ambicioso fresco histórico sobre un sector de la sociedad norteamericana actual. A tal fin, ha contado también con un amplio y eficaz cuadro interpretativo, que da vida a 22 personajes tan reales como amorales.

El sentido del humor negro y el carácter innovador de su cine están asimismo presentes en este duro y áspero relato. Es obvio que, en Vidas cruzadas, Robert Altman desarrolla con creces esa mirada irreverente a las instituciones, costumbres y debilidades de la vida americana contemporánea que ya le ha hecho enormemente popular. Sin embargo, en su retrato sociopsicológico no escatima ironía crítica y hasta cierto cinismo. Así, los excesos y la falta de medida o gusto artístico están patentes a lo largo de la extensa y casi agotadora narración, donde las abundantes obscenidades verbales y las explícitas concesiones erótico-pornográficas (a pesar de su clara intencionalidad cómica) hacen que estos Short Cuts sean muy desagradables de ver. Al mismo tiempo, al discutido realizador parece faltarle profundidad crítico-intelectual, pues su hiriente sátira apenas va más allá de la anécdota expuesta, con un bombardeo de gags amargos e incluso de difícil digestión, aunque no exenta de algunos momentos dramáticos bastante logrados (como el monólogo del padre del periodista televisivo, que incorpora Jack Lemmon).

Sin duda, Altman ha hecho gala en su film del estilo de Raymond Carver (el padre del realismo sucio de la narrativa norteamericana del siglo XX) en esa agria descripción-collage de unos arquetipos-víctimas, tristemente atrapados por sus propias debilidades y la sociedad de consumo estadounidense.

Firma: Redacción