Vampire Academy

El bestseller adolescente se ha estancado con las sagas Harry Potter y Crepúsculo. Llevamos años con más de lo mismo –amores adolescentes, lucha, misterio, atracciones fatales, super poderes, institutos paralelos y protagonistas inadaptados– y ningún autor se atreve con una temática nueva.

La prueba es que Vampire Academy, adaptación cinematográfica del bestseller homónimo de Richelle Mead, cumple escrupulosamente este cliché y es una simbiosis de los dos títulos citados. Extraña que todavía los jóvenes muestren interés por este tipo de contenidos.

El director de la película, Mark S. Waters, es un buen conocedor del universo adolescente, como demuestra su filmografía en la que destaca Chicas malas, esa comedia de instituto que arrasó en taquilla y que tenía algún apunte interesante. En Vampire Academy, no hay ni ápice de interés, ni de aire fresco, sino una película que ya hemos visto con unos intérpretes distintos. En este caso, los actores secundarios adultos tienen una carrera nada desdeñable: Joely Richardson, Olga Kurylenko y Gabriel Byrne.

Si alguien todavía no se ha aburrido de los vampiros adolescentes, en especial, de los inadaptados y guapos, quizá pase el rato. El resto dormirá con unos chistes sin gracia y un universo paralelo fantástico, en cuya excepción reposa la cotidianidad de cualquier instituto corriente: acoso escolar, profesores poco comprensivos y hormonas disparadas gracias a unos compañeros de pupitre, más de revista que de a pie.

Firma: Montserrat Bros