Una cita en el parque

Nos encontramos ante una nueva comedia romántica en la que el verdadero protagonista es un mítico barrio londinense, es decir, una especie de Notting Hill geriátrico.

En este caso es Hampstead el escenario en el que se desarrolla la historia de amor de Emily (Diane Keaton) y Donald (Brendan Gleeson). Sus calles, tiendas, rincones, y hasta el cementerio, se fotografían con mimo y se exhiben con orgullo mostrando su carácter exclusivo y vitalista, burgués y bohemio a la vez.

A la altura del escenario están los dos intérpretes principales que, sin embargo, lidian sin éxito con un guion ramplón y previsible, lleno de tópicos y carente de pulso. Su director, Joel Hopkins, intenta repetir el esquema de Nunca es tarde para enamorarse, otro romance crepuscular y, efectivamente lo consigue, actualizando sus mismas limitaciones. Siempre es un disfrute ver a Diane Keaton en pantalla, dando una lección dramática con cada pequeño gesto y con cada declamación, pero muy poco puede hacer con una trama que navega entre la amabilidad y la denuncia social sin atreverse a salir de la zona de confort.

El film tiene una carga suficiente de humor y amabilidad y se deja ver, a pesar de sus limitaciones y de una banda sonora compuesta por una única melodía breve y repetitiva, totalmente molesta.

Por el contrario, el acierto en la descripción del personaje secundario de James, interpretado magníficamente por Jason Watkins es un oasis de originalidad y calidad y un espejismo de lo que esta película podría haber sido.

Firma: Esther Rodríguez