Un Dios prohibido

El hecho histórico que nos cuenta Un Dios prohibido es otro de los dramáticos episodios de la cruenta guerra civil que azotó España entre 1936 y 1939. Muchos murieron por su fe en aquel fatídico periodo y el equipo de esta película se ha propuesto rendir un homenaje a todos ellos simbolizados en los mártires de Barbastro. La película, sin embargo, huye del maniqueísmo y, a pesar del lógico carácter hagiográfico, realiza un retrato muy humano de todos los protagonistas, de uno y otro bando.

Con muy pocos medios y una realización algo torpe, el film consigue transmitir el ambiente de aquellos meses y plasmar de modo sucinto pero eficaz, la fe que llevó a aquellos hombres a aceptar el martirio perdonando.

La citada escasez de medios afecta sobre todo al sonido (se pierden algunos diálogos en el ruido de fondo), a la iluminación y a algunos exteriores (la azotea, por ejemplo) trucados de manera un tanto chapucera. Contra estas dificultades técnicas y económicas poco se puede hacer, no obstante algunos aspectos del guión se podrían haber cuidado más. Se echa de menos un retrato más individualizado de los claretianos, que a fin de cuentas son los verdaderos protagonistas del film.

Sin embargo, la fuerza de la historia y un más que correcto elenco de actores suple todas esas carencias. Todos ellos resultan muy creíbles, arropados por veteranos como Juan Lombardero y Jesús Guzmán (sobrecogedor su último plano viendo marchar a uno de los camiones de prisioneros) y encabezados por una Elena Furiase que consigue superar su imagen de actriz de televisión y nos ofrece una sólida interpretación.

Firma: Esther Rodríguez