Trance

Análisis

Desde que Danny Boyle dirigió Trainspotting se convirtió en algo parecido a un director de culto por el atrevimiento de internarse sin tabúes (ni reflexión alguna) en el alucinógeno y desbocado mundo de las drogas. A partir de ahí, ha ido dosificando sus largometrajes con desigual fortuna, variando los temas y los riesgos, aunque siempre bordeando la frontera entre lo real, la fantasía o los sueños.

En esta ocasión, aprovecha oportunamente el mundo de la hipnosis que le permite un interesante juego entre las escenas reales, las recordadas, las reprimidas y las directamente extraídas de los sueños. Puede hacer gala de su dominio de los efectos especiales más cercanos al vídeo (y al videoclip), utilizando recursos cotidianos como los espejos o los reflejos en cristales y superficies metálicas, que desdoblan a los personajes en una acertada metáfora de la antropología freudiana y sus diferentes niveles del Ego.

La coartada para bucear en la hipnosis -el robo del cuadro de Goya- convierte la película en un thriller y hace que el espectador entre rápido y agradecido en el juego. No obstante, la película avanza con dificultad, como si se tratase de la propia realidad reprimida por el inconsciente y, también como en la terapia, irrumpe de pronto, explota a mitad del metraje y entra en una espiral de violencia, sexo y caos que ataca al espectador, lo hastía y lo acaba sacando de la film.

Podemos decir, por tanto, que Trance son dos películas, o una miniserie de dos capítulos. Quizá se deba a que los guionistas acreditados tienen una larga experiencia en televisión, pero mucho más breve en largometrajes. Así la primera parte es una contenida y elegante historia de intriga, con una inteligente presentación de los personajes y una voz en off útil y adecuada. Pero la segunda pretende centrarse en la psicología de los protagonistas y nos presenta sus motivaciones sin ninguna sutileza, mucha pasión, obsesiones sexuales pseudoartísticas, violencia barata y algunos detalles entre el gore y la ciencia-ficción. Todo, eso sí, ambientado acertadamente en desolados apartamentos de colores psicodélicos y una música también muy enervante.

Boyle rellena el final de Trance de continuos giros de guión para sorprender al espectador, pero sólo consigue que éste intente entender de qué ha ha ido la película y le traiga sin cuidado lo que les pase a los personajes o al famoso cuadro.

También es una pena que con este guión los actores no puedan lucirse en absoluto. Rosario Dawson es sólo un reclamo sexual, Vincent Cassel tiene un papel tópico y plano, por lo que James McAvoy es el único que tiene la oportunidad de ofrecer una actuación relevante, del nivel al que nos tiene acostumbrados.

Firma: Esther Rodríguez

ficha técnica

Director: Danny Boyle

Guionistas: Joe Ahearne, John Hodge

Intérpretes: James McAvoy, Rosario Dawson, Vincent Cassel

Género: Thriller

País: Reino Unido

Fecha estreno: 14/06/2013

Lenguaje: Coloquial

Público

+18 años

Valoración

Contenido

Humor

Acción

Violencia

Sexo

Una prestigiosa galería de Arte sufre un asalto para robar el cuadro de Goya que se estaba subastando. Simon, uno de los responsables de la casa, ha conseguido dar el cambiazo y dejar a los ladrones sin el lienzo pero, al ser golpeado por éstos sufre, un fuerte traumatismo por el que pierde la memoria y ya no recuerda dónde lo escondió.

Le obligan entonces a acudir a una terapia de psicoanálisis para superar su amnesia y recuperar el cuadro. Sin embargo, la psicóloga a la que acuden se implicará demasiado en el caso y será un nuevo elemento de discordia y de tensión entre los miembros de la banda y Simon.

Título original: Trance

País: Reino Unido

Duración: 101'

Fecha producción: 2013

Distribuidora: Fox

Color: Color

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