Todos los días de mi vida

El resumen de la película y el hecho de que en los créditos iniciales nos informen de que está basada en una historia real hacen temer al espectador que va a encontrarse con algún tipo de dramón lacrimógeno de telefilm televisivo. Por si fuera poco, los primeros compases de la película, a ritmo de envolventes canciones de pop melódico, con fondo de panorámicas nocturnas de Chicago y escenas a cámara lenta reconducen la impresión del espectador hacia una comedia romántica al uso. Los planos emotivos y los diálogos, (incluida la voz en off del protagonista), con ampulosas sentencias sobre el amor contribuyen a reforzar esa sensación.

Sin embargo, conforme avanza el film, la historia se serena, se centra en la fuerte y atractiva personalidad del protagonista y vamos quedando cautivados por la entereza de su amor por Paige. Van apareciendo personajes secundarios que enriquecen la trama e introducen algunas preguntas acerca del pasado de la protagonista, cuyas respuestas harán que se mantenga hasta el final, e incluso crezca, el interés en la trama, en vez de decaer como ocurre en películas de este género con demasiados tópicos.

A pesar de que la historia se esfuerza por mostrar un amor profundo y a prueba de obstáculos, hay cierta banalización del sexo, combinando un par de escenas sensuales con el elegante uso de la elipsis. Pero al final, como decía, el espectador queda impactado y agradecido por el amor leal, firme, paciente e incondicional de Leo por Paige.

Firma: Esther Rodríguez