La vida de un acomodado director de museo contemporáneo se pone patas arribas por su reacción ante el robo del móvil. La ganadora del pasado Festival de Cannes lanza una crítiza punzante y provocativa sobre el ciudadano occidental supuestamente culto, moderno y concienciado.
La Palma de Oro en el Festival de Cannes 2017 es obra de Ruben Östlund que, en 2014, estrenó Fuerza mayor, un inquietante relato que sugería temas de calado ante reacciones humanas fugaces y, al mismo tiempo, jugaba con la perspectiva desde la que debe mirar el espectador.
En The Square sigue la misma estrategia, aunque con un metraje muy desproporcionado que da lugar a elementos dispersos. Por ejemplo, la sórdida aventura con la periodista norteamericana se dilata y su incursión en lo más burdo evita que el guión sea más agudo. Algo parecido sucede en la secuencia de la cena de gala y el hombre primate. Östlund apunta como nadie, pero no siempre logra mantener el tino hacia la diana.
En su conjunto, el film coloca al público en situaciones incómodas y ambiguas para que vaya probando otros lugares desde donde observarlas. La ensayada (ridículamente) oratoria de Christian antes de cada presentación; sendas y abruptas entrevistas a él y al artista invitado (esta última interrumpida por el hombre con síndrome de Tourette); el uso instrumental que el protagonista hace de sus subordinados siempre con un tono ligero y su cobardía imperante (a pesar de que intenta mantenerla en el sigilo) y otros elementos, muy conectados con los paradigmas crípticos y, en realidad, poco subversivos de cierto arte contemporáneo y su marketing digital resultan lo más sugerente de esta propuesta.
La narrativa de Östlund es singular porque emplea un tiempo de plano y un sentido del humor difícilmente emulable, en el que la ironía y el patetismo sin corrección política se inflingen sin piedad sobre sus personajes.
En este sentido, la disección que The Square hace sobre la figura del otro en las sociedades urbanitas y, supuestamente, cosmopolitas suscita enorme interés. Y, aunque la película goza de buena salud dramática, su perfil se reflejará mejor en aquellos espectadores con ganas de debatir los valores que presenta el mercado de la cultura actual. Como reflejo de esto, es muy reveladora la secuencia de la rueda de prensa, donde colisionan visiones antagónicas sobre un mismo hecho.
Firma: Lourdes Domingo
Christian es un valorado programador de un museo de arte contemporáneo y un defensor del valor social del arte. Está preparando su próxima exposición, titulada «The Square», en torno a una instalación que incita a los visitantes al altruismo y les recuerda sus deberes respecto a sus semejantes. Pero cuando a Christian le roban su teléfono móvil, su reacción da lugar a una serie de acciones contradictorias con sus supuestos ideales.