Los directores australianos Bentley Dean y Martin Butler se embarcan en su primer largometraje de ficción tras dos películas de cine documental. En Tanna es claramente palpable el valor de esta experiencia anterior, ya que regala una historia contada desde la verdad y su proceso de creación es todo un ejemplo, tanto para la industria como para el público. Así, ha sido también reconocida con la nominación al Oscar como mejor película de habla no inglesa en 2016 y los premios de la Crítica y Fotografía en el Festival de Venecia.
Los siete meses de convivencia que Dean y Butler pasaron con la tribu y la extensa labor de documentación sobre los pueblos aborígenes de Australia se respira en cada fotograma. Este estudio de la tribu Yakel explica el magnetismo que transmite el film. Los directores y la cámara están al servicio de la historia y de los personajes, abriendo una ventana a esta lejana realidad de la mayoría de los espectadores. Conocen perfectamente cómo plantear una escena, un plano, el ritmo que debe llevar la narración y la utilidad precisa de la leve música.
Eso sí, no es una película para todos los paladares. El tempo que maneja es pausado, deja respirar las situaciones sin necesidad de verbalizarlas. Los espacios, la naturaleza de la bella isla, los gestos y las miradas muestran el conflicto por sí mismos. Este es un gran valor que puede ser difícil de digerir para algunos.
Los protagonistas de Tanna son los miembros de la tribu, donde cada uno representa su papel dentro de la aldea. La historia está basada en un hecho real que verdaderamente traspasa la pantalla. Y lo es todavía más si se sabe que algunas de estas personas nunca han visto una cámara. Su trabajo en este film es su vida y toda una lección de interpretación.
Este Romeo y Julieta en la Polinesia cuenta a su vez con un guion sólido, redondo y profundo. Dentro de su coherente estructura, comunica la riqueza cultural y espiritual de los Yakel, el valor de la sabiduría de los mayores dentro de la comunidad y que las diferencias generacionales así como la valía de sus tradiciones no son un impedimento para evolucionar. Tanna funciona porque sabe exactamente lo que quiere contar y se implica en ello.
Firma: Begoña Arribas
En una isla remota del Océano Pacífico llamada Tanna, en la que abundan bosques y actividad volcánica, dos jóvenes enamorados deciden desafiar las leyes de su tribu.
Wawa y Dain no pueden estar juntos. Ella se tiene que casar con alguien de la tribu vecina y él es el hijo del jefe. Por ello deciden huir, pero serán perseguidos por guerreros que intentarán acabar con sus vidas. Entonces tendrán que decidir entre sus corazones y el futuro de la tribu, mientras los aldeanos se debaten entre preservar su cultura tradicional o adaptarse a las demandas de la libertad individual.
