Stalingrado

Angustiosa y decepcionante película bélica, realizada con más ambición que logro artístico por Joseph Vilsmaier Se trata de una superproducción alemana -que conmemora el 50 aniversario de esa histórica batalla- la cual está lejos de la espectacularidad de los films de género hollywoodenses, ya que intenta presentar otra lectura de la conflagración mundial: la autocrítica del propio pueblo germano.

Los escenarios naturales y reconstruidos resultan aceptables -a pesar de su limitado presupuesto y de los bastante pobres efectos especiales-, pero consigue alguna secuencia antológica: como la impresionante contraofensiva a los carros de combate. Otra cuestión resulta su intencionalidad o eficacia últimas. Los autores quieren inculcar el rechazo de toda guerra, y para eso provocan el hastío y la náusea en el espectador. A este propósito, crean unos tipos de antihéroes un tanto deleznables, donde apenas se aprecian valores humanos y sólo hay contados momentos de solidaridad. Por eso en pocas ocasiones un film antibélico -incluidos los del Vietnam- ha resultado tan desagradable como éste, y su contundencia crítico-denunciatoria tan poco convincente por extrema e ideológicamente superficial.

Con numerosos toques de mal gusto -desde el discurso del capellán hasta la dura escena con la prisionera rusa, para no ser exhaustivos-, se incide en la violencia más atroz, con heridas y mutilaciones complacientes, o en la bajeza más recóndita de los personajes, dejando al público con el corazón verdaderamente encogido; lo cual hace pensar que el fin no justifica los medios.

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