St. Vincent

Aunque Theodore Melfi ha dirigido centenares de anuncios y cortometrajes (todos ellos premiados), St. Vincent es su primera película como director y guionista. El film fue grabado en 35 días y se inspira en unos deberes de su hija adoptiva.

Con esta comedia, este cineasta nacido precisamente en Brooklyn sorprende con la improbable amistad entre un niño, demasiado culto para su edad, y un viejo, que se esconde detrás de la insensibilidad.

El guión cuenta con una mezcla de perspicacia, ironía, espontaneidad e inocencia que es capaz de caracterizar perfectamente a los personajes, especialmente a los de Bill Murray y Jaeden Lieberher, casi sin necesidad de atrezo. Además, el dominio de planos (conocimiento adquirido en su faceta publicitaria) y la elección de la banda sonora ayudan a adentrarnos más en su argumento.

Pero el gran error de la película recae en las diferentes e iconoclastas situaciones a las que Vincent expone al niño, como llevárselo a su habitual club de striptease, sin que el propio muchacho se inmute o sin que la madre se entere de qué hace su hijo por las tardes.

Pese a estas incongruencias, St. Vincent ayuda a evadirnos del mundo durante 102 minutos, mientras pretende iluminar la bondad que se esconde detrás de algunas fachadas.

Firma: Montse Figuerola