Exquisita obra artística realizada por la neozelandesa Jane Campion, siguiendo la estética que le significo en El piano. Esta vez, su filme está basado en una de las más célebres novelas de Henry James, Portrait of a Lady, escrita en 1881. Reconocida como uno de los libros más difíciles de adaptar, la Campion encargó el guión a la especialista Laura Jones, quien ha dado a luz un texto que no traiciona el espíritu de la pieza original y sale airoso de su lastre literario.
Retrato de una dama es la 14 adaptación llevada a la pantalla de la obra de Henry James (entre las que se cuentan títulos tan famosos como La heredera, Daisy Miller y Los europeos) y ha sido rodada en dos estaciones (verano e invierno), en los mismos escenarios naturales de Salisbury, Florencia, Roma y Lucca. El gusto estético de la cuidada composición, así como el ritmo pausado de la puesta en escena y las melodías clásicas (Schubert, Bach, Strauss), está refrendado por la gran creación del cuadro de intérpretes, entre el que también cabe destacar a Martin Donovan y los veteranos Shelley Winters y John Gielgud.
Calificado como un melodrama misterioso y cautivador, al tiempo que “valiente, moderno y provocativo” (en palabras de la propia realizadora), la película refleja las mentalidades de una época (la victoriana, por excelencia) y el tema principal de la obra de Henry James: la frescura y exuberancia del Nuevo Mundo (que encarna la inocente Isabel Archer) en contraste con la corrupción y experiencia del Viejo (representado por los personajes de Madame Merle y Gilbert Osmond.
Sobre este último, que incorpora el ascendente John Malkovich (El ogro), manifestó Jane Campion: “Interpreta el papel del aristócrata británico residente en Italia que seduce a la protagonista para atraerla a una diabólica trampa. Es un actor que no tiene miedo de la cara oculta de él mismo. Es extraordinario: se acoge con fuerza a esta idea y, al mismo tiempo, una persona increíble que se redime a sí mismo a través de su trabajo como actor. Tuvimos conversaciones a propósito de hasta dónde había de llevar el grado de maldad del personaje; pero, en definitiva, se trataba de mostrar a alguien que se divierte en la oscuridad, alguien que produce un miedo real”.
Miedo que se muestra a través de los ojos y la cara de la romántica protagonista (le supera Nicole Kidman, al igual que su antigua amante Barbara Hershey), siempre llenos de emoción y lágrimas. No exento del aire fenimista del que hace gala la cineasta neozenlandesa, ni tampoco de alguna concesión aislada (los sueños eróticos de Isabel) que rompe la elegancia de la narración, estamos ante un filme dirigido a amantes de los melodramas decimonónicos y al público intelectual, con delicada sensibilidad y degustadores de lo decadente, amén de cinéfilos. De ahí los homenajes a El Gatopardo y Senso, de Visconti.
Firma: Redacció
Inglaterra-Italia, finales del siglo XIX. Isabel Archer es una bella joven norteamericana, emigrada al Viejo Continente, que aspira a madurar en un ámbito de libertad. Tras rechazar tres tentadoras proposiciones de matrimonio y recibir una fortuna como herencia, se casará con Gilbert Osmond, un ambicioso y enigmático artista diletante (mucho mayor que ella, quien tiene asimismo una hija casadera), que la hará una desgraciada. Así, la riqueza económica no proporciona a Isabel la independencia personal. Y al final, se da cuenta que estaba enamorada de su primo Ralph (de cuyo padre, Lord Touchett, heredó).