Querido diario

Sorprendente “diario íntimo” de este prestigioso artista italiano (nacido en 1953), cuya cinefilia se inició al terminar el Bachillerato, pues en 1973 filmaría dos cortos en Súper 8. Desde su primer largometraje como director (Io sono un autarchico, 1976), Moretti ha combinado la realización con su trabajo como actor, ya que además de interpretar sus propias películas, en la década de los noventa destacaría con sendos filmes de Daniele Luchetti (Mañana sucederá y La voz de su amo).

En Caro diario, una coproducción francesa, con la que ganaría el Premio del Festival de Cannes’ 94 al Mejor director, este cineasta demuestra su capacidad de inventiva, tanto como comediante cuanto como creador. Los tres sketches hacen cómplice al espectador de su aventura crítica, debido a que ese paseo por Roma en vespa, que concluye con la visita al lugar donde fue asesinado Pier Paolo Pasolini, lo hacemos en un largo travelling y por medio de planos-secuencia con el mismo protagonista-director; al tiempo que también viajamos con él a esas bellas y enigmáticas islas, o padecemos el itinerario médico con Nanni Moretti.

Con algunos baches de ritmo en el último episodio, esa complicidad en planos subjetivos del público llega a hacerse un tanto pesada al final. En su retrato social de unas gentes y en el reflejo de ciertas mentalidades contemporáneas, Caro diario es una original comedia que posee momentos de enorme gracejo y profundidad intelectual, como, por ejemplo, cuando satiriza al crítico de cine. La amable crítica urbanística y costumbrista también está presente a lo largo de los primeros sketches –titulados En mi vespa e Islas–, mientras en el tercero Médicos– no deja de denunciar los defectos de la profesión, a veces más dispuesta a recetar que a escuchar –como acusa el sufrido protagonista– o que a intentar curar las enfermedades.

Aunque a nivel histórico-sociológico, el primer episodio resulta más interesante; el dedicado a las islas eólidas posee ricas connotaciones político-costumbristas, así como una divertida denuncia de la influencia de la TV en la cultura de nuestro tiempo. En este sentido, cabría destacar el diálogo a voz en grito junto el cráter del volcán de Stromboli, entre los protagonistas y un grupo de turistas norteamericanos, sobre el culebrón Belleza y Poder.

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