Se trata de otra denuncia de la dictadura estalinista, que ha sido realizada por el reconocido actor y director “disidente” Nikita Mikhalkov (Ojos negros, Palma de Oro en Cannes’ 87; Urga, León de Oro en Venecia’ 91), nuevamente premiado en el Festival de Cannes. Su brillante puesta en imágenes, que capta con enorme belleza visual la luz del campo ruso, incurre en el esteticismo que ya le caracteriza como autor, quedando aquí su simbología lírica (como la que ofrece del mismo sol) lastrada de cierta ingenuidad y tono irreal.
La interpretación, que encabeza el propio Mikhalkov y su hija de seis años, Nadia, es muy notable; al tiempo que evoca, a través de los escenarios naturales y de sus cuidados personajes (que incluso recuerdan al cine de Ingmar Bergman), las mentalidades de un pueblo (anclado en el ayer histórico) y su amor a la patria por encima de las ideologías. Otra cuestión es la ambigüedad que se respira en el fondo del relato. No exento de un cáustico sentido de humor y algunos toques violentos y erótico-exhibicionistas, los cuales empañan la elegancia de la narración, la crítica que ofrece Nikita Mikhalkov (quien ha dedicado su obra a las víctimas, a todos los que fueron quemados por el drama de la Revolución), resulta de difícil intelección para el espectador de hoy. pues el realizador ruso no contextualiza la “purga” estalinista de ese período, ni apunta una denuncia clara del sistema que pone en tela de juicio.
Veamos lo que declaró Mikhalkov en Cannes’ 94: “Soviet es una palabra que ya cuesta recordar en Rusia, porque actualmente en mi país se quiere borrar la historia, de la misma manera que los bolcheviques lo intentaron en 1917 y 1936. Conocer la verdad es importante, pero esa misma verdad desnuda, sin corazón, se puede convertir en una gran mentira. Por eso no tiene sentido distinguir entre inocentes y culpables; todos los rusos fueron víctimas y yo he ensayado una nueva manera de ver nuestra historia”. No obstante, pienso que, a menos que se conozcan los intríngulis del denominado “Realismo socialista”, Quemado por el sol apenas llegará al gran público occidental, como se ha visto por su poca duración en cartel. (Después, sería “recuperada” al ganar el Oscar a la Mejor película extranjera 1994).
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URSS, verano de 1936. En una “dacha” de las afueras de Moscú, vive el comandante Kotov, uno de los héroes de la Revolución soviética, con su entrañable familia. Un domingo, llega de visita otro pariente, Dimitri, ahora miembro de la policía política de Stalin, que se reencuentra con su pasado (antaño mantuvo relaciones sentimentales de la mujer de Kotov), con el fin de arrestar a este antiguo comandante del Ejército Rojo. El relato se abre y cierra con un epílogo un tanto clarificador.
