Qué extraño llamarse Federico

En este peculiar documental, con secuencias dramatizadas, el director Ettore Scola rinde un homenaje a la amistad que mantuvo con el maestro Federico Fellini. Por eso, no es todo Fellini lo que vemos en él. Es el Fellini de Scola, el que él quiso y admiró. Y por eso, no es el documental definitivo para entender a Fellini, pero sí para hacerse cargo de lo que fueron los inicios de ambos cineastas: cómo era Italia, la mentalidad, el ambiente de trabajo de la redacción… Scola destapa sus recuerdos, relatados de manera preciosa y con un resultado conmovedor, como en la secuencia donde aparece, con tan sólo 9 años, leyendo a su abuelo ciego las historias que Fellini escribía.

A pesar de la fallida construcción del inicio y final del film (de intento felliniano aunque de solución nada poética), Qué extraño llamarse Federico ofrece una dinámica en blanco y negro maravillosa y un conjunto de creaciones de gran nivel. Los dibujos y las fotografías -algunos probablemente propiedad del propio Scola- acrecientan la sensación de realidad. La abundancia de detalles en la recreación del ambiente de trabajo donde se editaba “Marco Aurelio” y la imaginería felliniana en los actores y elementos materiales (sin esconder su voluntad de tramoya) contribuyen a la verosimilitud de esta heterogénea propuesta.

Quizá la parte dedicada a las conversaciones en el café y a las bromas entre camaradas -Scola, Rugero Maccari y Fellini- sea especialmente entrañable. No obstante, el punto álgido de la plasmación del credo artístico de Fellini son los paseos en taxi con los que buscaba librarse del insomnio y en los que (en la película acompañado por Scola) recogía a artistas callejeros, prostitutas, desocupados… que le cuentan su vida.

Se podrían citar otras cuantas situaciones muy bien halladas (la escena con la madre de Mastroiani, por ejemplo), así como la bella banda sonora que recuerda al estilo Rota, pero para cerrar este comentario destacaré tres virtudes de Escola perfectamente ensambladas: humildad, oficio y tradición.

Firma: Esther Rodríguez