Poltergeist

El clásico de terror de 1982 tenía el sello de Spielberg que estaba en su década dorada de cine fantástico y de aventuras. Con ese film se abrió una saga que nunca fue a mejor, pero que se mantuvo en sus parámetros: una producción a caballo entre el fantástico y el terror, que permitía introducir al joven espectador en lo paranormal mientras estaba acompañado de sus padres.

El mismo sentido y objetivo parece que mantienen Kenan y Lindsay-Abaire en este remake. Ambos han participado como directores y guionistas en títulos donde predomina la fantasía para un público joven y adolescente. Monster House, City of Ember, en el caso de Gil Kenan. Y Oz, un mundo de fantasía, El origen de los guardianes, Corazón de tinta o Robots, en el de David Lindsay-Abaire.

Sin trampa ni cartón hay frases (las míticas: “ya están aquí” o “aléjate de la luz”), objetos (el payaso, el armario magnético) y composiciones (las agitadas secuencias en la habitación de Maddy o las del contacto con la televisión) mellizas de su original. Pero eso no importa. Esta película más bien parece un homenaje a ese cine que explota sonidos, tipos de montaje y sustos y sorpresas para entretener al espectador agitando su adrenalina, la de los más sensibles, o como ejercicio nostálgico, para los labrados en un terror más duro.

De todas formas, este Poltergeist aprovecha la coyuntura para emplear los avances tecnológicos en la construcción visual del film y para añadir algo más de sentido del humor. Con todo, no hay que esperar más de lo que un fantasma poltergeist puede dar –buena factura visual, algún golpe de efecto, actores más que solventes- y que han sintetizado en unos sabios 90 minutos.

Firma: Lourdes Domingo