Tercer best-seller adaptado de Tom Clancy y segunda interpretación de Harrison Ford como el ya famoso agente Ryan. Nueva película realizada también por el australiano Phillip Noyce, Juego de patriotas (1992), se trata de un filme menor, con un guión tan complicado como endeble, que dista de la fuerza dramática de la primera versión para la pantalla del exitoso novelista: La caza del Octubre Rojo (1994), que hizo más furor en taquilla.
Este producto manufacturado de Hollywood (que podríamos calificar hoy como de la serie B, parangonando las clásicas cintas de la antigua Meca del Cine, aunque con más presupuesto y buenos efectos especiales), cuenta con una notable interpretación de los violentos “partenaires” (el duro Willem Dafoe y el galán portugués Joaquim de Almeda) del aquí sólo correcto “Indiana” Ford (si bien ha querido encarnar las escenas peligrosas sin doble) y alguna secuencia de excepción, como la espectacular emboscada en las calles de Bogotá. Sin embargo, tras esta cinta de acción, se esconde una denuncia de la corrupción política y una ligera reflexión en contra de la razón de Estado, que entre tanta trepidación puede captar el espectador que vea más allá de las brillantes imágenes.
También se aprecia, entre líneas, cierto tono propagandístico sobre la CIA, con exhibición de su tecnología punta y la bondad de sus hombres. De ahí que este organismo diera el visto bueno al guión. En este sentido, cuando se presentó Peligro inminente en el Festival de San Sebastián’94, el propio Noyce manifestó: “Pero antes nos cambiaron algunas escenas. Concretamente, en la destrucción del laboratorio de cocaína, el Pentágono nos pidió que mostrásemos que los trabajadores iban armados y que no se trataba de un asesinato, sino de un enfrentamiento. Asimismo, tuvimos que precisar que en el tiempo que el missil disparado por los americanos había estado lanzado antes de que descubrieran que morirían unos niños inocentes”.
Con un aire un tanto ambiguo sobre las fuerzas enfrentadas, Clear and Present Danger fue aprobado también por Bill Clinton, en una proyección privada en la Casa Blanca. “Los senadores republicanos y demócratas que asistieron a esta proyección del film (dijo Joaquim de Almeida) se peleaban en Washington sobre la filiación de los políticos de aparecen en la pantalla”. A quien posiblemente no le habrá gustado esta película de consumo es al Gobierno colombiano.
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Estados Unidos, años 90. Narra las peligrosas aventuras de Jack Ryan, honrado agente de la CIA y ahora director en funciones de este organismo de inteligencia USA, cuando tiene que enfrentarse al cártel colombiano y a los manejos del entonces presidente norteamericano. Al ser asesinado un amigo de éste (involucrado en blanqueo de dinero) antes de las elecciones, el Ejecutivo enviará secretamente un comando militar para castigar a los narcotraficantes, con el desconocimiento del agente y de la comisión del Congreso que concedió a Ryan una subvención para luchar contra la droga.
