Parque Jurásico

Esplendida película de Steven Spielberg, de cine fantástico y de terror, que combina los géneros de ciencia-ficción, la aventura y el thriller con enorme inventiva y gran calidad artística. Los efectos especiales, realizados por los equipos que dirigen Dennis Muren (Industrial Light & Magic, de George Lucas) y Stan Winston (Alien, Terminator) son insuperables, pues la creación de los diversos tipos de dinosaurios, asistida por ordenador, es francamente genial.

Al mismo tiempo, Spielberg ha sabido traducir con propiedad la novela de Michael Crichton -un best-seller, al igual que su film- y conseguir un ritmo trepitante, casi sin dejar lugar al respiro del espectador, con una fluidez narrativa deslumbrante y secuencias antológicas que arrancan los escalofríos del público menor y mayor. Todo ello, bien secundado por la partitura musical de su habitual colaborador John Williams. Así, el llamado Rey Midas de Hollywood ha vuelto a batir su propio récord: más de 90.000 millones de pesetas a los cuatro meses del estreno mundial, superando la cifra alcanzada por la hasta ayer cinta más taquillera de la Historia del Cine: E.T. (1982), también de Steven Spielberg.

La ambientación en exóticos escenarios naturales -la isla hawaiiana Kauai- y el trabajo de los intérpretes -destaca el actor y realizador Sir Richard Attenborough, como el millonario Hammond- son asimismo brillantes. Por último, el asesoramiento del famoso paleontólogo Jack Horner ha dado rigor al film. Como otras películas de este mago del celuloide, Jurassic Park ha sido muy criticada y minusvalorizada por un sector de la crítica. Acusada de superficial y de “maravillosa técnica sin alma”, no es cierto que sea un film vacío. Su aguda denuncia sobre la manipulación biológica -la teoría de la reconstrucción del ADN mediante un proceso de clonación- y del peligro del dominio de las computadoras resulta obvia.

Por otra parte, el relato posee valores humanos y familiares, así como un sentido del humor suficiente, para hacer reflexionar y divertir o atemorizar al espectador. Sin embargo, este ya mítico Parque Jurásico no pretende ir mucho más allá de su primordial objetivo: hacer “soñar despierto” al gran público, que se sentirá fascinado por la sencilla pero original historia que cuenta. Y si a ello le unimos el merchandising que se ha montado alrededor de esta producción, tendremos un film-espectáculo inolvidable, que gozará del favor de grandes y chicos.

Esperemos que la vieja Meca del Cine, hoy de oro gracias al “independiente” Steven Spielberg -quien recibió un León de Oro en la Mostra de Venecia ´93 por su toda obra- abandone sus celos y premie con creces a este “soñador”, cinéfilo y maestro del Séptimo Arte como realmente merece. Con los Oscar de 1994 lo dilucidaremos.

Firma: Redacción