Nowhere boy

Cada año nos llegan películas biográficas de músicos históricos, y John Lennon era un nombre que se echaba de menos en ese selecto club. Su figura ha aparecido en varias películas, tanto como personaje secundario (como en Forrest Gump) como protagonista (Blackbeat), pero hasta ahora no se había hecho ninguna película que se adentrara en la vida del genio. Sin embargo, no estamos ante un musical, sino ante una película que habla de sentimientos.

Nowhere boy narra la que es, quizá, la época más complicada de la vida de Lennon: la adolescencia. Sam Taylor Wood construye un personaje con muchos matices, que disimula el sufrimiento causado por la disyuntiva entre su tía y su madre con una máscara de “chico malo” propia del rock and roll.
 
Asimismo, el guión de Matt Greenhalgh (basado en las memorias de Julia Baird) fundamenta la película en la relación que tiene John con el resto de personajes. Todos ellos están definidos en todo momento y sus acciones son coherentes. Mientras John se acerca cada vez más a su sueño de ser una estrella como Elvis, se ve obligado a decidir entre su tía Mimi o su madre Julia sin saber ni siquiera por qué debe hacerlo. Los secretos que le esconden hacen que el mundo de John se tambalee y que busque una fachada de chico duro. El rock and roll le proporciona una vía de escape, y crea un grupo de música que a la larga de convertiría en uno de los grupos más famosos de todos los tiempos, Los Beatles.

Toda la historia está contada con el ritmo suficiente para que podamos entender a cada uno de los personajes de la película, y no se echa de menos ninguna escena que complete el relato. Quizá sí que sobren algunos apuntes visuales acerca de la desvergonzada actitud de John, sobre todo en lo relacionado con las chicas del colegio. Pero la realización es muy acertada en su conjunto, siguiendo con el buen momento de forma del cine británico. El gusto por los detalles, la notable dirección de actores, la variedad de planos… todo ello complementado a la perfección por una banda sonora a cargo de Alison Goldfrapp y Will Gregory. Una buena película, imprescindible para los amantes de los Beatles.

Firma: Joan de Santiago