No hay dos sin tres

Desesperado intento de Cameron Diaz de demostrar que sigue siendo físicamente atractiva y válida para protagonizar una película (independientemente del resultado ya tiene otro intento en la recámara porque en breve se estrena su Sex tape, algo pasa en la nube).

Con tal fin no es extraño que el guión, aparte de nada original, sea lo menos importante de ella, ya que todo se centra en mostrar primeros planos de la Diaz (nada favorecedores, ya lo siento) o filmarla en diferentes posturas juveniles y dicharacheras. Curiosamente, esta inactividad de la protagonista hace que crezca el interés y la importancia del personaje de Kate, la esposa de Marc, muy bien interpretado por Leslie Mann y que se convierte en lo único medianamente original, divertido y atractivo de la película, robándole todos los planos al figurín de la protagonista.

El film es una sucesión de tópicos (ahogar las penas en helado y nata, la camaradería del alcohol en la playa al calor de una hoguera, la jungla económica de Nueva York…) sin ningún tipo de fondo o coherencia interna (nadie da dos duros por la fidelidad, el matrimonio o la familia, así que tampoco se entiende por qué se enfadan tanto por un adulterio). La banda sonora, atractiva y pegadiza, se encarga de ocultar, rellenando espacios, lo banal de sus diálogos.

En definitiva, lo único que despertó las carcajadas entre el público de la sala fueron los batacazos o las consecuencias de los laxantes suministrados a la víctima. Muy sutil todo.

Firma: Esther Rodríguez