Monsters

Primer largometraje para cine como director y como guionista de Gareth Edwards, que también se ha encargado de la fotografía, los efectos especiales y el diseño de producción. Con un presupuesto ajustado, sin majors por medio y con un sincero aplauso en el pasado Festival de Cannes, su ópera prima ha entrado en el circuto por la puerta del indie estimado e impulsado por la crítica, que le dedicó en dicho encuentro francés el apelativo de “Lost in translation en un mundo de monstruos”.

Comparaciones a parte, que no cesan (también con Distrito 9), la película de Edwards está plagada de referencias multigenéricas que funcionan –la roadmovie, el romántico, el drama social, lo fantástico, la ciencia-ficción…- todo presentado con un aire de serie B apocalíptica, que le sienta muy bien.

Esos monstruos que prácticamente no se ven, esas ciudades y campos destrozados y desolados por el extraterrestre y más por el hombre, esos paisajes y sus sencillas personas adulteradas por una situación sin vuelta atrás (con denuncia sobre el tema real de la frontera incluido) y esa pareja protagonista que se mueve, también en su interacción, con un tempo impropio del cine de acción más comercial, dejan al espectador una interesante tarea de decodificación.

Sobre todo, Monsters sabe conjugar muy bien su guión sencillo, en apariencia, pero bien tejido con una inteligente realización. Con pocos recursos económicos y unos escogidos planos visuales, Gareth Edwards trabaja la sinécdoque para construir un mundo dantesco sin recurrir a millonarios efectos especiales en 3D o centenares de maquetas tradicionales.

Aunque ofrece un espectáculo que rompe con expectativas estándares –aviso para navegantes-, la historia entretiente con dignidad. Y consigue algo no poco meritorio, ajustarse a un metraje adecuado al conflicto.

Firma: Lourdes Domingo