Maudie

Basada en hechos reales, Maudie (diminutivo de la artista) nos acerca a la historia de la famosa pintora folk canadiense y a su simple y contemplativa vida. De este mismo modo, Aisling Walsh ha querido enmarcar el film: en un pausado desarrollo cuyos pequeños giros llegan en su tercera parte.

Sally Hawkins –Godzilla, Crimen organizado– pese a ser más grande que la verdadera Maud, imprime un carácter propio a la pintora. El tiempo corrompido por la artritis crea en ella algo más que un personaje. Sin profundizar mucho en su existencia, la interpretación nos lleva a entrever las preocupaciones de su alma.

Y en ella queda patente la necesidad de acoger a los desfavorecidos, de disfrutar de la vida y aprender de los que a ojos del mundo parecen más débiles. Hawkins siempre aparece alegre, como si aquello tan despreciable a esos ojos del mundo ella lo abrazara con inocencia y compasión. Y es esa misma frescura la que hace de este drama romántico algo tan ingenuo como real.

Una mirada inocente y alegre del mundo que queda retratada en su arte y da color a la vida de un hombre y a la de una sociedad que despertaba en el sueño americano.

La película quiere plasmar las expresiones locales, como el folk y la cultura, aunque pudiendo ahondar más en ellas quedan un tanto diluidas. Pero los colores, la música y sobre todo los preciosos paisajes de Nueva Escocia acompañan una bonito relato con ese sabor agridulce que deja la propia conciencia del ser humano.

Firma: Carla Sciamma