Para su regreso al cine español Penélope Cruz ha elegido un tema delicado por lo doloroso y por lo cercano. El cáncer de mama es uno de los dramas con los que una gran cantidad de mujeres (y las personas que les rodean) se enfrentan cada día en nuestro país. A pesar de que estadísticamente, como nos recuerdan con humor en la película, la mayor parte de las pacientes se curan, hay todavía infinidad de casos en los que sobreviene una muerte prematura; aparte de que el proceso en sí, acabe como acabe, es amargo y complejo.
La historia se acomete con elegancia y con ese tono entre cotidiano y onírico en el que Medem se muestra tan cómodo y eficaz. La primera media hora es ejemplar: una impecable y admirable interpretación de Penélope Cruz secunda el inteligente planteamiento de Medem que juega hábilmente con los planos, los tiempos y los colores para presentarnos a los protagonistas de la historia, enfermedad incluida. Los tonos azulados que enfrían las escenas y calman el ánimo, los planos en los que Magda se vuelve hacia atrás indicando recaída e introspección, los flash-forward y, sobre todo, la arrebatadora personalidad de la protagonista hacen que la película vaya calando entre el público, de un modo sincero pero sin agresividad.
Sin embargo, pasada esta primera parte, Medem pierde el equilibrio y la acción se precipita oscilando de manera peligrosa y progresivamente decepcionante, entre lo inverosímil y el sentimentalismo. A partir de la segunda visita a la playa, los momentos musicales, por ejemplo, dejan de ser simpáticos para rondar las inmediaciones de la vergüenza ajena.
No se trata de denunciar un exceso de optimismo, pues el principal acierto de esta película está en recuperar un tono positivo sobre el ser humano, su capacidad para superarse, su religiosidad, la trascendencia o la importancia del perdón.
Esta irregularidad del guión tampoco perjudica el trabajo de los actores: mención especial, Penélope aparte, a Luis Tosar, Teo Plannell y la siempre solvente aunque fugaz Silvia Abascal. El propio Medem seguirá enriqueciendo esta segunda parte del film con toques originales como los del latido del corazón en primer plano y la persistencia de Natascha. De esta manera, la pérdida progresiva de calidad no logra arruinar una película tan bien planteada y con un tema tan importante.
Firma: Esther Rodríguez
El comienzo del verano no puede presentarse peor para Magda. Por si no tenía bastante con que no le renovaran su contrato de profesora el curso siguiente y con que su marido se fuera de vacaciones con otra mujer, su ginecólogo le comunica que padece cáncer de mama.
A partir de entonces Magda deberá enfrentarse con la enfermedad, la soledad y la preocupación por su hijo, sin desesperarse y luchando por no perder nunca el buen humor.
