Luces de París

Brigitte y Xavier se dedican a la ganadería bovina en Normandía. Ella es soñadora y tiene la cabeza por las nubes. Él, con los pies en la tierra, vive por y para su trabajo. Con la marcha de sus hijos, a Brigitte cada vez le pesa más la rutina de la pareja. Un día, en un arrebato, decide hacer una escapada. Destino: París. Xavier, entonces se da cuenta de que la está perdiendo. ¿Lograrán reencontrarse?…Y ¿cómo reinventarse después de todos estos años?.

Cuarto título del director francés Marc Fitioussi, después de un brillante inicio profesional con la realización de varios cortometrajes. En esta ocasión, también como guionista, elabora un discurso que el cine francés, de un modo u otro, ya nos ha ofrecido repetidamente: la infidelidad. Unas veces de forma dramática y, en otras, como en este caso, matizado con finas gotas de humor.

La cinta ya consiguió un destacado éxito en Francia el año 2014 gracias a la popularidad de los dos principales intérpretes: Isabelle Huppert (la actriz preferida de Chabrol) y Jean-Pierre Darrousin, éste con más de setenta películas en su filmografía. Pese a que el tema en sí no aporta demasiadas novedades, la experiencia y veteranía de ambos actores compensa la endeblez del guión y su final desarrollo fílmico.

Volviendo al tema en sí, repetido hasta la saciedad desde que el mundo es mundo, se basa en la diaria monotonía laboral y ambiental de un matrimonio, alejados de la ciudad y con escasas ilusiones cercanas, incluido el aburrido centro de reunión local, hasta que ella, la resignada esposa, con motivo de un ligero problema cutáneo, decide ir a la visita de un especialista parisino.
Por supuesto, la vida en la gran urbe tiene otros atractivos para una mujer acostumbrada al repetido transcurso de los días junto al ganado y a un marido con cortos horizontes inmediatos.

Pero, afortunadamente, todo vuelve a su cauce y el marido se da cuenta de que brillantes luces pueden encontrarlas ambos, los dos juntos, en nuevos y apasionantes mundos, muy lejos del heno y de los establos. Menos mal.
Y…colorín, colorado…

Firma: Joaquín Guitart