Desde que dirigiera El regreso y Elena, Zvyagintsev ha sido considerado el nuevo Tarkovski. Las comparaciones, como dice el refrán, siempre son odiosas y, en este caso, hacen un flaco favor al joven director pues lo prematuro del símil destaca sus carencias y lo deja en mal lugar al lado del genio consagrado de Andrei Rublev y demás obras.
Es innegable, por otro lado, que las atmósferas que Zvyagintsev nos presenta entroncan con esa tradición del cine ruso de fotografía nítida y gélida, de grandes planos abiertos a la inmensidad de la estepa rusa y de hombres que se mueven por ella como pequeños seres incapaces de sobreponerse a lo agresivo de la naturaleza y a lo cruel de las personas que la pueblan. Zvyagintsev construye a la perfección este escenario, pero al drama que se desarrolla en él le falta profundidad, consistencia y algunos matices en el retrato de los personajes (a pesar del premio que recibió su guión en Cannes).
El título de la película lo toma de la bestia bíblica a la que Thomas Hobbes, el filósofo político del siglo XVII, en su obra homónima, afirmaba que había que dominar mediante unas leyes férreas, no necesariamente justas, para que el hombre no atacase a sus iguales en pro de sus placeres y de su seguridad. Ambicioso proyecto el de Zvyagintsev, que se atisba en algunas imágenes memorables, como el brazo destructor de la grúa, la lectura maquinal de las sentencias judiciales o la fuerza letal del oleaje.
Patentes también quedan los rasgos de esa Rusia postcomunista, donde permanecen la desconfianza y el miedo, a la vez que el materialismo deshumanizador y la corrupción institucional mal-conviven con tradiciones religiosas entre la superstición y el regalismo. En medio de esa situación, queda el hombre errático ante un futuro incierto que no depende de sus acciones y tambaleante bajo los efluvios del alcohol, único refugio ante la desesperación que le rodea.
Como vemos, Leviathan y sus devastadores efectos están perfectos, e incluso bellamente retratados por Zvyagintsev. Pero el hombre, cada hombre o cada mujer, libre y consecuente, se desdibuja, como lo hace el personaje clave de Layla o la trama judicial de Dimitri. Y así este film, en cuanto a su sentido más profundo, acaba naufragando como lo hicieran los barcos que rodean la casa de Kolya o la ballena ante cuyo esqueleto Roma, el hijo de Kolya, llora la llegada a un mundo donde el dejar al verdadero Dios de lado acaba pasando factura.
Firma: Esther Rodríguez
Director: Andrey Zvyagintsev
Guionistas: Andrey Zvyagintsev, Oleg Negin
Intérpretes: Aleksey Serebryakov, Elena Lyadova, Roman Madyanov, Vladimir Vdovichenkov
Género: Drama
País: Rusia
Fecha estreno: 01/01/2015
Lenguaje: Coloquial
Kolya debe abandonar el terreno que ha pertenecido a su familia durante generaciones y donde tiene su casa y su taller porque el alcalde ha decidido expropiarlo. A pesar de los esfuerzos de su amigo de Moscú, Dmitri, que ejercerá de abogado defendiendo su causa, los problemas de Kolya no dejarán de crecer al enfrentarse a todo un entramado de corrupción pública y personal.
Título original: Leviafan (Leviathan)
País: Rusia
Duración: 141'
Fecha producción: 2014
Distribuidora: Golem distribución
Color: Color