La saga Divergente continúa su andadura y como disciplinado discípulo sigue diligentemente, para lo bueno y para lo malo, los pasos de sus hermanas mayores (Los juegos del hambre y Crepúsculo). De ese modo, el tercer y último libro, se ofrece en dos películas para multiplicar por dos la recaudación de las salas y dividir a la mitad el ya de por sí escaso contenido de la entrega final.
Pocas novedades (siendo optimista) encontramos en Leal. Repite el director y parte del equipo de guion, la mayoría del elenco, mientras la fotografía y la banda sonora siguen siendo lo mejor por ser capaces de crear una atmósfera envolvente y bastante creíble y verosímil (teniendo en cuenta que es ciencia-ficción). Mantiene también el aire relativamente elegante que el vestuario y el atrezzo confieren a las escenas y a los personajes. A riesgo de caer en la frialdad, ese cierto decoro hace que las escenas de violencia y condiciones extremas sean más digeribles.
Pero envoltorios aparte, la historia que nos narra Leal se queda escasa y plana. El hecho de tener que compartir el contenido con la próxima Ascendente, le resta bastante enjundia y los personajes, lo único que queda entonces, se representan más planos aún de lo normal. Apenas hay momentos dramáticos o de simple tensión emocional y los actores no están en ellos a la altura (incluidos los veteranos Jeff Daniels y Naomi Watts, que parecen estar en el film castigados por alguna jugarreta del destino).
El potencial interés metafórico y original de las facciones ha desaparecido con ellas, y ha sido sustituido por el tema de la manipulación genética y la eugenesia. En esto hemos salido ganando pero, al narrarse de manera tan superficial y carente de tensión, acaba diluyéndose entre la apatía de los personajes y lo atractivo de los cacharritos que conocen al salir de la valla. Y en vez de profundizar o sacar más partido de la nueva situación, acaban cayendo en referencias implícitas a otras películas como Mad Max o El show de Truman.
La principal víctima de Leal es la propia Tris. Desdibujada por la trama y por el determinismo imperante en el planteamiento de la historia, pierde el discreto papel aglutinador que había tenido en las entregas anteriores y Shailene Woodley acaba pareciendo un holograma de sí misma. Esperemos que con su operístico final del libro recupere la fuerza y ofrezca algo mejor en la conclusión de la saga.
Firma: Esther Rodríguez
Vencida Janine y descubierto el mensaje de la casa, las antiguas facciones empiezan a reorganizarse bajo el mando de Evelyn. El juicio a los colaboradores de la antigua Erudición revela que los vicios y violencias del pasado pueden volver a repetirse con el nuevo gobierno, por lo que Tris y sus más cercanos deciden escaparse de la valla para ver qué hay en el mundo exterior.
