La mirada de Ulises

Análisis

Esta singular obra artística del cineasta Theo Angelopoulos se enmarca dentro de las producciones realizadas con motivo del Centenario del Cine. Se trata, pues, de una película-homenaje, francamente fascinante, dirigida a minorías intelectuales y amantes del fenómeno fílmico.

Los cinéfilos y seguidores de Homero, por tanto, están de fiesta. Más rica aún en sugerencias crítico-históricas que su análoga y también magistral Lisboa Story (Wenders, 1995), Le regard d’Ulysse precisa de un conocimiento de la cultura clásica y una sensibilidad exquisita para ser digerida por el público; pues posee momentos tan elevados y cerrados como sublimes. Desde la contemplativa secuencia inicial, hasta el tremendo epílogo en Sarajevo, pasando por la gran secuencia del transporte por el Danubio de la desmontada estatua de Lenin. Cada escena está concebida milimétricamente y sus imágenes discurren para el goce estético y la reflexión del sorprendido, a veces confuso y acaso embelesado espectador. Otra secuencia es la fiesta onírica de la familia del sufrido protagonista exiliada en Bucarest, todo un poema.

Destacable el juego espacio-temporal en el que se mueve el maestro griego: ese relato discontinuo y anti convencional, donde los planos fijos y los planos-secuencia crean otra temporalidad, conjuntando simultáneamente las diversas épocas históricas. Rodada en escenarios naturales de Koritsa (Albania), Skopje (Macedonia), Bucarest y Constanza (Rumania), Belgrado, Mostar y Sarajevo  -ésta, en pleno bombardeo y con las fuerzas de la ONU en medio de la guerra, que también capta la atrevida cámara de Angelopoulos-, cuenta asimismo con una buena creación por parte de Harvey Keitel (El piano, Smoke) y la triple interpretación de Maïa Morgenstern, en el papel de las tres mujeres del nuevo Ulises, junto al resto del cuidado reparto. El desaparecido actor Gian Maria Volonté, que falleció durante el rodaje -y a quien dedica su película el cineasta griego- fue sustituido espléndidamente por Erland Josephson. También cabe destacar la rica partitura musical de Eleni Karaindrou. Pero tan importante como la estética es la ética o voluntad de expresión del filme de Theo Angelopoulos.

Dejemos, primero, que hable el propio realizador: “El tema de la guerra se ha impuesto a mí poderosamente mientras cruzábamos los Balcanes al principio del rodaje: nuestro siglo comienza y termina en Sarajevo. ‘Cuando el principio y fin se confunden, la historia no nos ha enseñado nada’, dijo T.S. Eliot. Se trata de un conflicto que data del siglo XIV, desde la invasión otomana. Una anécdota circula acerca del entramado complejo de razas y religiones: un periodista extranjero llega a un pueblo de Bosnia; descubre, en medio de la plaza, un urinario público: cuando pasan por delante, algunos habitantes se persignan, otros se arrodillan a la manera musulmana, todos hacen gala de un sorprendente respeto. Se le explica que el edificio era en el siglo XII un templo ortodoxo, a la llegada de los turcos, lo transformaron en mezquita, que con los austríacos fue iglesia católica; y que con el régimen de Tito, contrario a cualquier religión, fue transformado en vespasiana. Estas cosas inexplicables muestran que el problema no es tanto religioso, sino que ahonda en conflictos cuyas raíces vienen de tiempos muy remotos”.

Por otro lado, tras esta sugestiva declaración (que, en cierta medida, resume el significado del filme), la denodada búsqueda de La mirada de Ulises todavía va más allá de la vista; pues nos habla del compromiso intelectual y político, de la imposibilidad de amar del protagonista (con efusiones fuertemente pasionales, aunque bastante cuidadas por la elipsis), de la pureza de la “mirada” de aquellos pioneros del cine (asimismo, hay un homenaje a Dreyer, Murnau y Orson Welles, aparte de destacar diversas obras maestras) y la referencia que brinda el viejo conservador de la cinemateca de Sarajevo, cuando manifiesta: “Las filmotecas son colecciones de miradas ausentes”. Esas miradas que busca y halla al final el Ulises de Angelopoulos, cuyo personaje, “buscándose en la mirada de otro -en palabras del crítico Josep Torrell-, revive en el presente las vicisitudes trágicas no muy distantes de las que padecieron y tuvieron ante sus ojos los pioneros del cine en los Balcanes, los hermanos Manakis, de los albores del siglo: la crueldad, la persecución y la guerra”. Sobrecogedora película (obtuvo el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes’95) que, tras un largo silencio al término de su presentación allí, la crítica acogió con un estallido de aplausos, acaso con la convicción de que acababa de visionar una de las obras importantes de la cultura del siglo XX.

Firma: Redacció

ficha técnica

Director: Theo Angelopoulos

Guionistas: Theo Angelopoulos, Tonino Guerra

Intérpretes: Erland Josephson, Harvey Keitel, Maia Morgenstern, Thanassis Vengos

Género: -

País: Italia

Fecha estreno: 21/08/1996

Lenguaje: Culto

Público

+18 años

Valoración

Contenido

Humor

Acción

Violencia

Sexo

Grecia, años 90. Un cineasta exiliado en USA vuelve a Florina, su ciudad natal, para asistir a la exhibición de uno de sus filmes. Pero la proyección es controvertida y tiene que suspenderse para evitar un conflicto violento en esa pequeña localidad. Entonces, por encargo de la Filmoteca, viaja a distintas ciudades de los Balcanes (durante el conflicto bélico de la ex-Yugoslavia) en búsqueda de tres míticos rollos negativos de la primera película rodada por los hermanos Manakis, pioneros del cine griego. Y como Ulises, en su Odisea, se cruza con su propia historia y la de esos diezmados países.

Título original: To Vlemma tou Odyssea

País: Italia

Duración: 175'

Fecha producción: 1995

Distribuidora: -

Color: Color

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