Bajo la apariencia de film sobrio, de tempo lento y planificación sencilla, late una historia que sobrecoge al espectador, le azota en lo más profundo y le interpela enfrentándole a las más oscuras sombras del ser humano como la soledad, el rencor, la vejez o la muerte.
Etienne es un hombre complejo. Trabaja lenta pero incansablemente en la restauración de una talla de Saint Etienne y arregla muebles para que “otros les den una nueva vida”. Rastrea su piso en busca de cualquier vestigio de la presencia de su hija y de su mujer, sean cabellos, fibras o papeles. Pero este amor por la vida no se lo aplica a sí mismo y, a pesar de su deteriorada salud, no va al médico y descuida su medicación y su higiene. Es como si sólo viviese para continuar persiguiendo la presencia de las dos mujeres a las que amaba. Por eso, con los demás, incluido el espectador, se muestra hosco, desagradecido e insultante. La cámara se planta quieta delante de él y le observa para que el público intente penetrar en su interior, pero éste acaba sintiéndose también rechazado por Etienne mediante su declamación monocorde y despreciativa o por el detallismo extremo de su drenaje. Solo nos reconciliamos con él en los momentos en los que se le ve más vulnerable, y más entregado al recuerdo de sus dos amores. Apoyados en la música que se introduce entonces en la banda sonora, esas situaciones componen las mejores escenas de la película, en especial cuando pinta el electro en la pared de su cuarto.
Aparte de su hermano, que sí que manifiesta un cariño y una preocupación sinceras, no salen mejor parados los demás personajes de la película. Jeanne, su otra hija, se muestra rencorosa e inmisericorde y aunque nos repulse su actitud y el trato que da a su padre, no es difícil deducir de quién heredó ese comportamiento.
En definitiva, como el santo del que lleva el su nombre (San Esteban, primer mártir cristiano), Etienne se enfrenta a la lapidación, entregado por su familia, y apedreado por gente anónima (un acierto que de los vecinos solo “veamos” las voces). Lapidación desencadenada por el temor y el rechazo que la ancianidad y el dolor provoca en los hombres. Una visión muy negativa del ser humano pero, desgraciadamente, en muchos casos real.
Firma: Esther Rodríguez
Extras DVD:
Etienne es un anciano enfermo que vive solo en un gran piso, destartalado y sucio, y lleno de los objetos que ha ido recopilando a lo largo de su vida. Se aferra a ellos y a su casa pues piensa que así esta más cerca de su mujer y de su hija cuyas muertes no ha superado.
Su hermano le visita regularmente e intenta cuidarle y que se vaya con él a una residencia. Etienne se resiste mientras se enfrenta constantemente a las protestas de sus vecinos por el olor que desprende la vivienda y a los ataques de su otra hija, que quiere que abandone el piso del que ella es propietaria.