Desde Mimic y pasando después por una retahíla de títulos cargados de un tono entre fantástico y macabro, operísticos y deudores de una gran pasión por la fantasía y el terror (Hellboy, Pacific Rim, La cumbre escarlata, No tengas miedo a la oscuridad, El laberinto del fauno, El espinazo del diablo), Guillermo del Toro ha demostrado que puede dibujar con trazo grueso, fuerte y coherente, a pesar de cierta irregularidad en su filmografía.
Sin embargo, la capacidad que alberga para crear escenarios nuevos, perfilados con detalle y absorbentes desde el punto de vista visual no siempre se ve compensado con una trama interesante, debido a unos personajes que adolecen de trazos profundos y conexión más allá de lo estético y el cliché narrativo.
Estos dos lados de su cuerda se ponen de manifiesto con mucha claridad en esta última película. La forma del agua, en breves minutos, configura un universo espacio-temporal que deja sitio para entender que estamos en la Guerra Fría y de psicosis colectiva, pero también para hacer compatible un mundo fantástico con sus propias leyes y su ritmo.
En este sentido, en lo visual, en la puesta en escena y dirección artística, en el vestuario e incluso en detalles nostálgicos como la introducción del amor por los primeros musicales, del Toro demuestra un dominio para las formas y colores y para sintonizar asuntos en principio dispares.
No obstante, a medida que se despliega el primer acto de la trama, aparecen una serie de baches que desinflan las emociones y decepcionan los paladares que esperaban una historia más compleja. El director y la coguionista Vanessa Taylor (Si de verdad quieres…, Divergente y series de televisión como Alias, Everwood o Juego de tronos) se quedan en los recovecos formales de ese “agua” y olvidan que hay estereotipos que siempre es mejor pulir.
Y es que, a excepción del personaje de Octavia Spencer, con unas réplicas agudas y brillantemente destiladas por la actriz, el resto, desde Eliza, pasando por el vecino y especialmente el antagonista de cartón piedra Richard, todo suena a mecanizado con frialdad, como esperando que se generen una serie de emociones y conexiones en el público, mientras se produce justo el efecto contrario.
Asumimos la historia de amor, que está acompañada de un componente de sanación de trauma pasado a través de la fase más carnal de la relación, y todo lo demás, porque hay que hacerlo a falta de mayor lógica en el guión. Pero aunque la temperatura del agua, en lo material, está templada y muy cincelada, la temperatura narrativa está fría, anclada en el cliché y abandonada de más trabajo dramático. Por eso, al final, uno tiene esa sensación de que la película debería parecernos bonita, obligados más por su decoración que por lo que cuenta.
Firma: Lourdes Domingo
Director: Guillermo del Toro
Guionistas: Guillermo del Toro, Vanessa Taylor
Intérpretes: Doug Jones, Michael Shannon, Michael Stuhlbarg, Octavia Spencer, Richard Jenkins, Sally Hawkins
Género: Drama, Fantástico
País: EE.UU.
Fecha estreno: 16/02/2018
Lenguaje: Coloquial
En los años de la Guerra Fría, Elisa (Sally Hawkins), una joven muda y solitaria, trabaja como limpiadora en unas instalaciones de alta seguridad del gobierno. Un día, junto a su compañera Zelda (Octavia Spencer), descubre un experimento clasificado como secreto que cambiará sus rutinas y su modo de vivir.
Título original: The shape of water
País: EE.UU.
Duración: 123'
Fecha producción: 2017
Distribuidora: Fox
Color: Color