Aunque La delgada línea roja fue rodada para una sociedad filial de una major (20th Century Fox), se trata de una película de autor con una extraordinaria fotografía (John Toll) y una partitura que apoya el tema y que nunca distrae ni resulta penetrante (Hans Zimmer). Terrence Malick da una extraordinaria unidad a un reparto fuera de lo común: desde las breves apariciones de George Clooney o John Travolta hasta los papeles principales de Nick Nolte, Ben Chaplin y Sean Penn, con unas actuaciones sobresalientes.
La libertad de Malick para adaptar el texto de James Jones a la pantalla consigue crear un relato con una alta carga poética, que queda patente tanto en el desarrollo argumental como en las imágenes del entorno natural. Esta sensibilidad en el tratamiento de los hechos es lo que diferencia La delgada línea roja de muchos otros films bélicos que plantean los conflictos de forma maniquea o como propaganda patriótica. En la película de Malick no aparecen banderas americanas ni japonesas. Tampoco hay buenos ni malos: americanos y japoneses luchan entre sí, mientras la película evita de forma intencionada las referencias a acciones bélicas a gran escala, limitando el enfrentamiento a la estrategia que afecta a los soldados de la Compañía C protagonista. Por lo tanto, la mayor parte de la acción militar del film se centra en la toma de la colina 210 en la isla de Guadalcanal, consiguiendo así que el interés de la acción sea, principalmente, el modo en que los soldados viven y sufren este ataque.
Durante toda la película los personajes se interrogan, mediante una voz en off, sobre la dualidad entre la bondad y la maldad humana, mientras intentan saber qué las provoca y si existe una tendencia natural hacia uno u otro comportamiento. La extrema violencia de la guerra acentúa la urgencia de plantearse estas preguntas: mientras Witt (Jim Caviezel) intenta creer en la idea del “buen salvaje” de Rousseau, personajes como el coronel Gordon Tall (Nick Nolte) prefieren ver la crueldad de toda naturaleza, combatiéndola con más crueldad y violencia.
Pero esta visión contrapuesta no se plantea, como hemos dicho, de forma maniquea ya que los personajes, incluido Witt, intervienen en las acciones militares conviviendo con la violencia que les rodea y con la suya propia. Todo esto le sirve a Terrence Malick para dar a entender que la guerra deshumaniza a las personas, enturbiando su naturaleza y destruyendo la pureza del mundo.
Los acontecimientos que suceden en La delgada línea roja obligan a los soldados a posicionarse ante la violencia de la guerra. Esto se plasma claramente en personajes como el Capitán James Staros (Elias Koteas) y el Coronel Gordon Tall (Nick Nolte). El coronel es el militar que aspira al éxito profesional personal, a los ascensos y medallas, aunque para ello ponga en peligro la vida de sus soldados. Su opuesto es el Capitán Staros, que protege paternalmente a sus hombres y evita que vayan a una muerte segura. Pero el afán manipulador de Tall no es el resultado de su singularidad individual, sino la confirmación de una conducta guerrera que explota a los soldados que están sufriendo. La lucha ideológica entre estos dos personajes plantea uno de los aspectos más importantes tratados en la película: la dualidad entre el individuo y el colectivo.
Como hemos visto, el Coronell Tall entiende a ese colectivo como un medio para conseguir su ascenso individual. Esta idea del individuo separado, que sólo puede confiar en sí mismo para triunfar se extiende con fuerza. Esta cuestión es la base que define la relación entre otros dos personajes, el Sargento Edward Welsh (Sean Penn) y el soldado Witt. Welsh es quien experimenta nítidamente el agobio de la individualidad separada y, por tanto, encarcelada. Por otro lado, Witt acepta la idea del ser único que integra a los demás.
En la escena de la emboscada en el río, casi al final de la película, Witt toma la valerosa decisión de enfrentarse a una patrulla japonesa con el objetivo de salvar a sus compañeros. Este acto abrirá los ojos del personaje interpretado por Sean Penn, que tendrá ahora una visión crítica frente al individualismo ejemplificado en el ejército, que él anteriormente defendió.
Así, la película nos convence de la importancia de cada persona: un hombre único, en todos los aspectos, como Witt mostrará al Sargento Edward Welsh que forma parte de la colectividad humana y de una naturaleza que puede ser buena y bella, pero que también está llena de peligros.
Por tanto, la película de Terrence Malick muestra que la unidad de la humanidad disipa las diferencias individuales. Esta percepción de lo humano surge al pensar en un solo ser colectivo, un solo sujeto coral que, mediante la voz en off, fluye en el film. Es la creencia en la unidad de los hombres, formando un todo con la naturaleza.
Firma: Josep Maria Caparrós
Durante la Segunda Guerra Mundial, soldados del ejército de los Estados Unidos desembarcan en la isla de Guadalcanal, en el archipiélago de las islas Salomón (sur del Océano Pacífico), con la misión de vencer a las tropas japonesas. La película se inicia con dos soldados norteamericanos que se ausentan de su unidad y encuentran refugio en una tribu primitiva de los Mares del Sur; pero son descubiertos y devueltos al barco desde donde su compañía participará en la ofensiva de Guadalcanal con la toma de la colina 210.
