La conspiración del silencio

Escaso es el cine alemán que llega a nuestras pantallas. Y en esta ocasión como “opera prima” de un director italiano: Giulio Ricciarelli, que inicia así su singladura tras haber realizado numerosos cortos de notable éxito.

A estas alturas, retrotraerse al infantil desconocimiento que una gran parte del pueblo alemán tenía del inmenso drama que supuso la existencia de los campos de exterminio nazis es, quizás, un canto de sirena. Por supuesto que en la época en que transcurre la cinta se auto sellaron muchas bocas para evitar tener que reconocer un terrible pasado, que incluso muchos de ellos habían desconocido. Pero también es cierto que una ilusionada juventud, consciente de los nuevos valores emprendidos después de aquella terrible confrontación, no podía permanecer callada ante lo que, por desgracia, había formado parte de la triste, pero auténtica historia de su anteriores generaciones.

Y nunca mejor dicho, porque en este caso, el propio cronista que suscribe estas líneas, también en los años en que la película sitúa la acción, tuvo ocasión de visitar otro campo de exterminio nazi, situado aquél en la localidad de Dachau, pudiendo comprobar con horror la terrible función de aquellos auténticos centros de tortura. Ya en aquella época, como narra el film, nos fue difícil localizarlo puesto que los naturales de la región hacían lo imposible por intentar negar su existencia.

Quizás, debido a la propia experiencia vivida, nos resulta creíble el desconocimiento que muestra el joven fiscal acerca de aquellos terribles acontecimientos que fueron fruto de un idealismo enfurecido contra una raza y una religión en aras de una falsa “limpieza étnica”.

Si bien este nuevo título resulta bastante plano en su estructura fílmica, valoremos su aportación moral como nuevo intento de denuncia que proporciona “luz y taquígrafos” a las nuevas generaciones. Siempre son de agradecer los recuerdos que desvelan positivas enseñanzas. Claro que sí.

Firma: Joaquín Guitart